Fernando ya pesa un kilo

Sara ingresó en el Hospital de León el pasado 28 de mayo con contracciones. Demasiado pronto. Sólo estaba de 23 semanas y cuatro días. Cuando le dijeron que el bebé se adelantaba y todos los riesgos que comportaba fue como vivir una ficción. «No escuchas, no crees que te vaya a pasar a ti», explica.

Durante nueve días, los ginecólogos consiguieron frenar el alumbramiento. Pero el 5 de junio, a las 21.45 horas, no hubo forma de parar a Fernando. El bebé nació con 555 gramos de peso. «Fue un parto a cara o cruz», comentan Sara e Israel. El padre, que subió con los neonatólogos a la UCI Neonatal, fue el primero en ver al bebé: «Casi me desmayo al ver que era tan pequeño».

A partir de ese momento, sólo podían esperar y confiar. «Hemos tenido suerte», dicen al cabo de 45 días de jornadas intensas entre el hospital y la casa, con el ánimo siempre en alto porque «tenemos otro hijo de 14 meses», que también ha subido a ver a su hermano y ya le ha querido espabilar. Podrían estar todo el día allí, pero saben que tienen que descansar porque el horizonte es largo. «Hemos pasado de estar muy mal a estar muy bien».

Fernando es uno de los campeones de los grandes prematuros de León. Uno de los mayores campeones. Por debajo de 24 semanas la supervivencia es del 90% y de 25 semanas del 50%. Lleva un mes y medio sin dejar de ganar batallas a la vida.

El 18 de julio fue un gran día. Cuando Sara llegó a la UCI de Neonatología se encontró con un cartel muy esperado en la incubadora. Fernando ya pesa un kilo y no les ha dado ningún susto. Sólo uno pequeño cuando después de ser desentubado tuvieron que volver a ponerle los tubitos por una pequeña infección. Nada grave.

Hace un año, una amiga de Sara dio a luz un bebé prematuro. «Le dije: Si me pasa a mí, me muero. Y aquí estoy tirando», afirma.