ADN animal contra los delitos
La Guardia Civil resuelve 120 delitos al año con análisis de animales Las pruebas vegetales, el próximo reto.
sagrario ortega | madrid
Al laboratorio de Medio Ambiente de la Guardia Civil llegan cada año entre 100 y 120 casos de análisis de ADN no humano para contribuir al esclarecimiento de delitos como el tráfico ilícito de angulas, las mordeduras de perros peligrosos o los cebos envenenados. La identificación genética vegetal es su nuevo reto.
Efe visitó este laboratorio, un referente en Europa, con una larga trayectoria de más de 25 años en este tipo de análisis, cuyo número se ha ido incrementando para dar respuesta al también aumento de la demanda por parte de las distintas unidades de la Guardia Civil, sobre todo del Seprona.
Dos de los especialistas que trabajan en el laboratorio —el capitán Parra y la agente Lourdes López— relacionan esta mayor carga de trabajo con el impulso que la Guardia Civil ha dado a la investigación del delito ecológico.
Con los medios técnicos más avanzados, el laboratorio del Servicio de Criminalística del instituto armado se enfrenta cada día a casos muy diferentes. «Cada caso nuevo es un reto científico y profesional», subrayan los agentes, quienes recuerdan que se puede obtener ADN de cualquier resto biológico, incluso de una cabeza disecada.
Muestras de todo tipo de animales han pasado por este laboratorio, desde perros, caballos, osos y angulas, hasta triops, un crustáceo conocido como fósil viviente y que se comercializa como un juguete para niños.
Se trata de huevos que los niños pueden colocar en agua tibia y presenciar cómo nace un triops, alimentarle y verle crecer. El problema es que cuando se cansan del juguete, se desprenden de él sin control alguno.
También «jugaron» los agentes del laboratorio con muestras requisadas por el Seprona y descubrieron que una gran parte procedía de Estados Unidos y se correspondían con especie invasora, catalogada así por el Ministerio de Medio Ambiente.
El riesgo era evidente, ya que pueden desplazar a las especies autóctonas y hacer verdaderos estragos en los cultivos de arroz, por ejemplo. No son pocos los casos que ha contribuido a resolver el laboratorio, con una labor que ha permitido apuntalar las investigaciones de los agentes. Y si alguno de ellos destaca es el del galgo semental llamado Chapapote, con un brillante historial en las carreras. Explotado hasta el límite, sus secuestradores le utilizaron para montar galgas y reproducirse. También por inseminación artificial. Hasta 840 crías en 4 años se le atribuyen. A través del ADN, la Guardia Civil identificó como hijos de Chapapote a galgos que iban a competir en el campeonato de España.
Los ataques de perros, con resultado de muerte en dos casos —Salamanca y Castellón—, son otras identificaciones que han ocupado a los agentes.