CORNADA DE LOBO
Y hacerse el bobo
He aquí el código de conducta con que se rigen el cazurro, la España acazurrada, el político cazurrón o la multitud cazurreta diseminada por doquier (¿quién no es un poco o un mucho cazurro en esta Divina Comedia?). Son sólo cuatro reglas. Las exigía el abuelo al nieto que se iba al mundo o a la vida perra, cuatro obligadas leyes para triunfar en ella o no salir desollado al menos... esto es, a saber: «Pisada de buey, ojo de halcón, diente de lobo... y hacerse el bobo». No hace falta mucho más. Pero nada menos. O sea: «Paso lento, cauto y firme, vista larga para anticiparse, canino voraz sin miramientos... y yo no fui»... o yo no estaba, ese no era yo, ¿qué me dice usted, señora jueza?... no, hija, no, yo sólo firmé y a ese ni le vi.
Después de hacerse Pablo Casado el listo listísimo en titulares de prensa y en titulaciones colgadas en su pared, parece que ahora sólo le queda hacerse el tonto tontísimo y, a fuer de insistir, bien que lo logra si se baña en las playas del renacido fervor PPopulista (menos su mitad sorayista resentida y urdidora), aunque esta vez, en los exámenes de septiembre, le verá un Tribunal Supremo y no los tribunales campanilleros de ese director de másteres de su universidad que perfectamente habría montado una tómbola en el paraninfo si le hubieran dejado.
Recuerdo que le recordé la vieja conseja a Zapatero cuando iba a estrenar las nuevas alfombrillas en La Moncloa, ese cochazo, y debió seguirla al pie de la letra porque no le fue tan mal. Lució pisada de buey con la banca o en una memoria histórica blandurria, ojo de halcón con el caladero electoral del colectivo gay o artista, diente de lobo devorando míticos barones socialistas para cenar.. y haciéndose el bobo con tres nuevas puertas en Presidencia para poder salirse 1: por peteneras, 2: por detrás o 3: por la calle de enmedio... lo que se dice un gran político, un enorme estadista... y esas cosas.
Conclusión: lo más importante y exitoso es hacerse el bobo. Nos lo recuerdan cada día el político pillado «in fragancias», el viejo clérigo pederasta, el ladrón de guante blanco y la firmadora esposa de cualquier encausado.