Diario de León

RETRATOS CALLEJEROS

No hay edad para coser la historia de los pueblos

Dijeron que no, que ningún convento ni tienda especializada les confeccionaría el nuevo pendón del pueblo, cosido a imagen y semejanza del que durante más de cincuenta años estuvo guardado celosamente en un arca en la iglesia.

Humildad López y Paulina Pinilla

Humildad López y Paulina Pinilla

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carmen tapia | texto
León

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Humildad López Fernández, de 91 años de edad, y Paulina Pinilla, de 87, movilizaron a las mujeres de Grandoso para, puntada a puntada, con las manos trabajadas de toda una vida, dejar un recuerdo imborrable para el pueblo. «Lo hacemos nosotras», le dijo Paulina a Humildad tras contemplar varias opciones. «Al principio me asusté», reconoce Humildad, que ahora reconoce que «nos ha quedado mejor rematado» tras horas de «paciencia y voluntad».En algo más de una semana cosieron un pendón de cinco metros de tela. Incluso barajaron la posibilidad de hacerlo a mano, lo que descartaron por operatividad.

Sentada frente a la máquina de coser estaba Humildad, la modista del pueblo que se sacó el título de corte y confección por correspondencia cuando tenía 23 años. A su derecha Paulina, la que más viajes ha dado a León para buscar las telas. En el corro de mujeres que levantaron el taller provisional en el sótano de la casa, estaban también Felina, Dora, Amparo, Deli, Marga, Trini, Lupe, Cristina, Dori y Maribel, con la ayuda de dos hombres, Jesús y Lander. Todo el pueblo colaboró en la recaudación de fondos y con la aportación del Ayuntamiento completaron los 1.500 euros que costó todo el material. «Saqué un dibujo del pendón que está en la iglesia y fueron a León a buscar las telas» adamascadas de color rojo y verde «pero no eran iguales que las del pendón tradicional. Esas telas de antes ya no se encuentran».

El pendón, que con las varas mide seis metros, ya ha desfilado en varia fiestas y se ha paseado por Sevilla. Pero Grandoso espera a la fiesta grande de León, San Froilán, para pasear su nuevo emblema que el pueblo recordará durante años gracias a las mujeres que, pese a su edad, quisieron hacer historia. La Asociación Cultural La Encarnación se ocupa ahora de su mantenimiento.

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