Diario de León

CORNADA DE LOBO

Cuatro días y sobra

Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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Dejé escrito un día que, si decido perderme, me busquen en Canadá o Nueva Zelanda (dudaré a la hora de elegir) por ser sitios con intacto vigor natural aún y, sobre todo, con pueblos educados... manda el respeto... aunque habría una tercera razón: casi nunca son noticia y, si lo son, la buena difumina a la mala.

Canadá son dos pueblos a la vez, hijo uno de la Gran Bretaña y el otro de la France; y con dos lenguas, lo que permite que no se enteren bien si se insultan (cantidad de problemas ahorra esa ignorancia).

Y Nueva Zelanda, tan de cuño británico, es dos islas (lo insular preserva) donde el hombre se casa con el trópico selvático y el glaciar perpetuo, el pasto alpino y la playa, sin perder ninguno de ellos en especial. Y si la New Zeland de los old blacks fue noticia hace unos meses por haber sido el primer país del mundo en conceder personalidad jurídica a un río (después le imitó India haciendo lo mismo con el Ganges), ahora vuelve a colarse en la actualidad (y en la envidia) al plantearse allí la semana laboral de sólo cuatro jornadas... ¡y puente de tres días! Albricias. Ya lo ha hecho en plan piloto la empresa Perpetual Guardian cobrando sus trabajadores igual que por cinco días y sacando interesantes conclusiones: el nivel de productividad subió incluso algo pese a ser un día menos y, lo importante, el estrés de la plantilla descendió un cuarto... ¿quién ignora que si está el obrero contento puede rendir el doble?... atento, pues, el empresariado ibérico y perreante en la negociación colectiva de este tiempo de maltrato y abaratamiento laboral, de descrédito sindical y crisis estirada «sine die» para perpetuar los cerrojazos.

Una semana laboral aún más insólita (de sólo tres días) ya era un ideal propuesto en 1880 por el socialista Paul Lafargue, yerno de Marx, a quien no caía bien, ni su obra «El derecho a la pereza» donde exponía que así el obrero tendría tiempo para el conocimiento, el arte y el ocio, mejorando sus espectativas y, de paso, creando más empleo en busca de la ocupación plena.

Así que equivocado yo, ¿no? -le diría hoy al suegro- y Nueva Zelanda ¿qué?...

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