Millón y medio de mayores residen en infraviviendas
Doménico Chiappe | madrid
Cuando se envejece, uno de los deseos más comunes es permanecer en su propio hogar. El 96,4% de las personas mayores de 65 años prefiere quedarse en su casa habitual, frente al 3,6% que opta por residencias o instituciones, con una variación mínima entre hombres y mujeres. Según el estudio Envejecer en casa. ¿Mejor en el pueblo o en la ciudad? , publicado por el Observatorio Social de La Caixa, esta decisión beneficia la salud y el bienestar de los mayores, incluso en los que están en situación de dependencia. Sin embargo, el 20% de ellos, más de 1,5 millones de personas, se encuentra en lo que se conoce como «vulnerabilidad residencial extrema», un indicador que permite comprobar aquellas casas que no reúnen los requisitos para permitir una vejez de calidad.
Los problemas más frecuentes, según el trabajo, están relacionados con accesibilidad, calefacción, habitabilidad, salubridad, seguridad y aislamiento, que «nunca aparecen aislados, sino que se combinan de tal manera que afectan gravemente la calidad de vida de las personas que habitan en estos hogares», mantiene la socióloga Irene Lebrusán, autora de la investigación.
En España, más de 430.000 mayores de 65 años no tienen agua corriente, 350.000 carecen de sistema de alcantarillado, 51.000 no tienen baño ni ducha en el interior de la vivienda y a casi 3,5 millones les falta la calefacción, según el informe. «Cuantos más problemas graves se sufren, más habitual es que se padezcan también problemas considerados de menor impacto, como carecer de calefacción o ascensor».
Cuando se combinan varios factores se produce la «vulnerabilidad residencial extrema» y se pone en riesgo la continuidad de esa persona en su entorno. Las carencias también les excluye socialmente. Lo importante es una vejez autónoma y de calidad.