Me voy pal pueblo

Hoy es mi día... voy a alegrar toda el alma mía... tanto como yo trabajo y nunca puedo irme al vacilón... no sé qué pasa con esta guajira que no le gusta el huaquete y el ron... me voy pal pueblo, hoy es mi día... así cantaban Los Panchos una de las suyas que, como todas, nos cuesta recordar algo más que el estribillo.

Me voy pal pueblo... vacación barata y apalancada... vacación resabiadita... vacación de abuela, guardería gratis... vacación de bar, chapuzón, verbenilla, cubata garrafal y cartulaje.

Pues cada verano vienen menos, comenta Gelo, de Las Arrimadas... antes abrían más casas al llegar agosto, pero ya no es lo mismo, esto derrenga. Ayer los nietos se hastiaban y hoy, que pueden, desertan. Y si queda menos gente, más crece el tedio del que huyen todos. Irá a peor. Vienen tiempos en los que muchos pueblos se verán totalmente desiertos también en verano (Gelo es todo un profeta de terrón por pegar la oreja a la tapia del cementerio).

En agosto reservo siempre un día para atizar al lector con el clásico «retablillo de verano de pueblo»... pero se me va a acabar la copla y todos sus tópicos guapos, sus forasteros oriundos, sus festorrillos, abueletes en bermudas, jauría de críos en bicicleta, fisgones de obra pública, orquestina de cantanta potrona... y con ociosos veraneantes constituídos en «plataforma de defensa» de la Esquina de Atrás de la Iglesia donde orinó Guzmán el Bueno antes de montar a caballo para no volver jamás aquí (hay documentos), plataforma que siempre emite su notita de prensa creyendo que el presidente de la Diputación se va a cagar patas abajo con su valiente denuncia de «tanta desidia, incuria e indolencia institucional», aunque este año triunfan los que copian de la capital y sacan pancarta exigiendo rotular las calles del pueblo por quintuplicado: en castellano, en lleounés llibre, en llionés arcaico, en leonés normatíu y en «cabronés», que es aquí la lengua propia de cada pueblo, como todo el mundo sabe.

Si viene el Bardo, matice la copla: No voy pal pueblo, hoy no es mi día... ¿voy a apenar toda el alma mía?... (lo de fijar población era «irse al vacilón»).