CARLOS MACAYA. PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DEL CORAZÓN Y JEFE DE CARDIOLOGÍA DEL HOSPITAL CLÍNICO DE MADRID
"En España ya sale gente a la calle con un corazón artificial"
Más de 30 años de profesión como cardiólogo han hecho de Carlos Macaya (Sarroca de Bellera, Lleida,1951) un buen lector de los avances en el ámbito médico en el que ejercen 4000 profesionales en España. Ellos revisan, reparan y trasplantan ese órgano que abre y cierra la puerta de la vida y que, a los 80 años de una persona ha batido más de tres mil millones de veces, moviendo más de 200.000 litros de sangre. Un milagro –dice Macaya. En 1991, él intervino uno de los corazones más valorados en Oriente y Occidente, el de la Madre Teresa de Calcuta. Con él repasamos logros y retos de la Cardiología y lo que cada uno puede hacer por su corazón.
Del 25 al 29 de agosto, más de 30.000 cardiólogos, cirujanos, internistas, biólogos, además de profesionales del sector farmacológico han asistido al congreso europeo de cardiología en Múnich. Es el mayor encuentro de expertos en el corazón y donde se muestran los estudios clínicos pivotales sólidos, con miles de pacientes que pueden validar las hipótesis. También se dan a conocer las innovaciones tecnológicas que tanto han hecho avanzar a la Cardiología.
La tecnología, como gran aliada de la medicina en general, ¿Qué soluciones ha aportado a la Cardiología que cuando inició su carrera tal vez nunca imaginó?
La cirugía cardiaca tal como históricamente fue concebida ha sido sustituida por intervenciones mínimamente invasivas. El catéter, que jugaba un papel de diagnóstico relevante, detectando defectos estructurales y problemas eléctricos, y recogiendo muestras, ha pasado a ser herramienta de intervención. A través de los catéteres, que llevan una cámara incorporada para ver mejor las arterias y un balón para implantar 'stents' –malla de metal que desobstruye las arterias que llevan la sangre al corazón. También podemos dilatar válvulas estrechas e incluso implantar con catéteres prótesis valvulares.
La ruina para los fabricantes de bisturís.
Bueno, la cirugía tradicional ha disminuido, sí. Ahora hay que reprogramar la formación, incluso cambiar el nombre de la especialidad, ahora son especialidades mixtas. Los cirujanos han asumido otras funciones. Pero las connotaciones positivas en cuanto a seguridad son inmensas. Se ahorra tiempo, de quirófano, del médico y la recuperación del paciente también es más rápida, la estancia en el hospital es más corta. Las prótesis con catéteres son cuatro veces más caras que las intervenciones tradicionales, por el coste de la tecnología, aunque la competencia de las compañías tecnológicas han conseguido abaratarla. De todos modos, a corto plazo el coste-beneficio es muy bueno, porque para pacientes afectados de comorbilidad es mucho más beneficiosa la intervención mínimamente invasiva. Más que el beneficio de más intervenciones en menos tiempo, nos fijamos en aquellos enfermos con problemas pulmonares a los que no les puedes abrir el tórax, que de otro modo no podrían superar una operación.
Los desfibriladores que vemos en muchos lugares, el Sintrom que toma cualquier padre de vecino, y las noticias de muertes súbitas nos han puesto al corazón en el punto de atención.
Sí, en España hay un millón de personas que padecen fibrilación auricular –la arritmia cardíaca más frecuente-, que produce trombos y embolias, para evitarlas se toman anticoagulantes. En el campo de las arritmias se ha vivido una gran revolución, en la que España se sitúa al mismo nivel de otros países punteros, incluyendo Estados Unidos. Y Catalunya ha sido referente en la arritmología moderna con el descubrimiento de los hermanos Brugada, el síndrome que lleva su nombre. Las técnicas de imagen y ultrasonido han introducido el cambio más importante, porque ahora se registra la actividad eléctrica del corazón de modo que se puede precisar exactamente dónde se localizan y cómo se extienden los focos anómalos que dan lugar a las arritmias, y se pueden curar quemándolos con electricidad o con frío.
¿Cuándo cree escribiremos el titular sobre la primera persona que haga vida normal con un corazón completamente artificial?
El corazón artificial ya existe. En España ya hay personas que salen a la calle con él. Pero el 70% de ellas no superan los seis meses de vida, no son resultados suficientemente buenos y el coste es elevado. La tecnología en este caso tiene todavía un gran recorrido de mejora, pero está en desarrollo continuo. Se colocan en tratamientos que denominamos compasivos, durante un tiempo breve a la espera de un trasplante de corazón humano de un donante, o en casos en los que no se pueda hacer nada más. Funcionan con pilas y son aún aparatos bastante armatoste, hay que ir reduciendo su tamaño.
¿Se dan casos de cáncer de corazón?
Es muy raro, el corazón es un órgano con pocas probabilidades de desarrollarlo. Los tumores que crecen en él, la mayor parte son benignos, el maligno es realmente una excepción. El corazón se regenera muy poco, no es como la piel por ejemplo que se está regenerando continuamente y por ello tiene más posibilidades de desarrollar melanomas. La actividad del corazón es muy mecánica, la única agresión prácticamente que recibe es únicamente su estrés mecánico, no es como el pulmón, el hígado o el esófago que están más expuestos a agresiones externas.
¿Cómo maltratamos principalmente a nuestro corazón?
Lo intoxicamos con tabaco, ese 30% de la población que fuma, con colesterol y con la tensión alta. España es el país con más hipertensos después de Japón.
¿Eso habla de lo mal que nos tomamos las cosas?
A finales de los años 50, los cardiólogos Friedman y Rosenman establecieron el vínculo entre las enfermedades cardiovasculares y las personalidades de lo que llamaron de tipo A, un patrón de comportamiento obsesivo. Son las personas con tendencia a mostrar ambición, competitividad e demasiada implicación laboral, impaciencia, urgencia temporal y actitudes hostiles. Está claro que el estrés deseado, el de quien se propone correr 42 kilómetros y se prepara para ello conscientemente, no tiene nada que ver con el estrés no deseado y que no se puede gestionar. Lo que no es bueno para el corazón es lo que no deseas. Hay que sentirse lo más feliz posible.
¿Sobrepeso y obesidad preocupan mucho a los cardiólogos?
Tanto a la Administración como a las autoridades sanitarias nos preocupa el aumento de la obesidad. En los últimos 30 años, en España hemos empeorado, nuestras cifras de obesidad no alcanza todavía a la de los Estados Unidos, pero en el global de Europa estamos en las posiciones más elevadas, aquí registramos entorno a los 100.000 infartos anuales, y hay alrededor de cinco millones de enfermos con algún problema cardiovascular, dejando de lado ese millón de personas que sufren arritmias del que ya hemos hablado. La elevación de la presión arterial no solo afecta al corazón, también al sistema respiratorio, a los riñones y al cerebro. Hipertensión y el trastorno metabólico de la diabetes tipo 2 ambos se relacionan con el sobrepeso y la obesidad, y junto con el colesterol son los principales problemas cardiovasculares, pero los efectos multiorgánicos de la obesidad son un coste social que vale la pena prevenir.
¿Cómo?
Los hábitos saludables son la clave. Y el sedentarismo no es el único factor de riesgo, porque adelgazar con ejercicio sin cuidar la alimentación tampoco es recomendable. Y cuidar la alimentación es importante. Nuestro cuerpo necesita sal, grasas, una proporción adecuada de hidratos de carbono, grasas insaturadas, proteínas como el pescado azul y fruta, sobre todo la fibra de las frutas, comer naranjas y no solo beber su jugo.
¿Pero es justo que tildemos alimentos como la carne roja de enemigo total?
La alimentación, cuanto más variada, mejor. Es cierto que la carne roja estimula la producción de colesterol en esa fábrica que es el hígado, pero una vez a la semana comer carne roja no es malo. La carne de caza o el pollo tienen menos grasa. En palabras del médico suizo Paracelso, “el veneno está en la dosis” y, en general, comemos más de lo que quemamos.