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JOSÉ MANUEL PAREDES Vicepresidente de Amnistía Internacional en Castilla y León

«El discurso del odio se lanza para violar derechos»

Día: Hoy, 3 de septiembre. Lugar: Club de Prensa del Diario de León.. Gran Vía de San Marcos con calle Fajeros. A las 20.00 horas. Entrada libre.. Diario de León inaugura hoy con Amnistía Internacional las jornadas de ‘Divulgación de la labor social’, una cita a la que cada lunes acudirán los responsables de 16 organizaciones de León..

El activista leonés de Amnistía Internacional, junto a la tribuna que publicó en el Diario de León el 11 de septiembre de 1986 coincidiendo con el primer acto organizado en León. RAMIRO /DL

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León

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Carmen Tapia | león

El primer gran acto de sensibilización de Amnistía Internacional en León se celebró el 10 de septiembre de 1986 en el edificio Pallarés contra la política de represión de Pinochet en Chile. Actuaciones musicales a cargo de Hierba del Campo y Miguel Escanciano, discursos e intervenciones de artistas, intelectuales y personajes de la vida pública como Antonio Gamoneda y Margarita Merino apoyaron la campaña de la recién creada organización en León en 1985 de la mano de un grupo de estudiantes de Derecho. Entre ellos estaba José Manuel Paredes Castañón, actual vicepresidente en Castilla y León que también fue presidente de Amnistía Internacional nacional entre los años 1991 a 1993. Hoy, 33 años después de esa efemérides, el director del Diario de León, Joaquín S. Torné, pondrá en valor el trabajo de la organización en León para la defensa de los derechos humanos. Será en un acto que se celebrará en el Club de Prensa del Diario de León a las 20.00 horas. Amnistía Internacional inaugura una serie de conferencias en las que cada lunes hasta el 17 de diciembre los máximos responsables de 16 asociaciones leonesas divulgarán a la ciudadanía el trabajo silencioso que ayuda a mejorar la calidad de vida de los leoneses. Juan Manuel Paredes, promotor de la iniciativa en León y activista, abre hoy el ciclo de conferencias organizadas por el Diario de León.

—Amnistía Internacional nació en España hace 50 años y en León hace 33. ¿Para qué sirve Amnistía Internacional actualmente?

—Para lo que siempre ha servido, para defender a personas indefensas de gobiernos que actúan impunemente, para sacar sus casos a la luz y movilizar a la gente en su favor porque si no es por Amnistía Internacional nadie conocería sus casos.

—¿Que pasaría si Amnistía Internacional no existiera?

—Siempre ha habido gente luchando por los derechos de las personas, pero no había una organización mundial. Había abogados, sindicatos y partidos que intentaban defender a las víctimas, a los condenados a muerte, a los torturados, pero siempre era un trabajo local. Lo que cambia Amnistía Internacional es que gente de todo el mundo que no conoce de nada a la víctima se solidarizan con ella y la ayudan. Ese es el gran cambio.

—¿Por qué los gobiernos vulneran los derechos humanos cuando están para proteger a la ciudadanía a la que representan?

—Probablemente porque para aplicar determinadas políticas es cómodo no tener a nadie enfrente que te cuestione. Cuando la sociedad no reacciona los gobiernos tienden a abusar de su poder. Tiene que haber gente que defienda los derechos humanos y les diga a los gobiernos que hay cosas que no pueden hacer.

—¿Qué intereses tienen los gobiernos que vulneran los derechos humanos que no corresponden con los intereses de la ciudadanía?

—En teoría, los gobiernos están obligados a representar a la ciudadanía y respetar sus derechos, pero en la práctica hay minorías incómodas de dirigentes políticos, étnicas, extranjeros que ponen en cuestión las políticas con las que se gobiernan, y la tentación de acallar a esa minoría sin respetar sus derechos está ahí. Todos los gobiernos, antes o después, caen en la tentación de vulnerar los derechos humanos. Es imprescindible que haya alguien que les diga que eso no lo pueden hacer porque está prohibido por el derecho internacional.

—¿Cuál es la motivación última para que los gobiernos caigan en la tentación?

—Hay de todo. Desde objetivos muy legítimos como una política económica que promueva la riqueza, hasta objetivos no tan confesables. Un gobierno puede aspirar a que una ciudad tenga más turismo, pero no lo puede hacer a base de eliminar a todos los mendigos matándolos, como ocurre en algunos países; o promover el comercio de armas o los intereses de una élite. Los objetivos legítimos no se pueden conseguir sacrificando los derechos de las personas.

—La violación de los derechos humanos no se centra sólo en la pena de muerte o la torturas. ¿En España también se vulneran los derechos humanos?

—Si. Hay dos o tres desafíos fundamentales. Todo el tratamiento político de la inmigración y la extranjería, la pobreza y la violencia contras las mujeres. España, como toda la Unión Europea, está implicada en una política migratoria poco respetuosa de los derechos humanos. En segundo lugar es el tratamiento de la pobreza, como las políticas de vivienda y otras; y el tercer gran asunto pendiente, que no tiene porqué ser en ese orden, es la violencia contra las mujeres. Hay otros pendientes como todo lo que tiene que ver con el franquismo.

—¿Qué frentes abiertos tiene Amnistía Internacional en el mundo?

—Los derechos de las mujeres y las niñas son un problema global, los derechos de los migrantes, que es muy importante en África y América. Un tercer problema global es el discurso del odio. Los gobierno promueven discursos discriminatorios para decir que los extranjeros no, las mujeres no, los homosexuales no. En España no ha llagado tanto, pero en otros países como Estados Unidos, Rusia, países latinoamericanos y algunos europeos promueven el discurso del odio. Prenden las hogueras para luego violar los derechos humanos. Y la pobreza.

—Ya nadie cuestiona que hay que luchar por los derechos humanos ¿cree que a veces la ciudadanía baja la guardia?

—La cultura de la defensa de los derechos humanos está más extendida, pero hay mucha gente que cree que los problemas con los derechos humanos sólo ocurren en países pobres. En España hay problemas con los derechos humanos. Falta una educación en derechos humanos. Sigue sin haber políticas oficiales para que todas las personas conozcan cuáles son sus derechos y cómo pueden defenderlos. Y que sea promovido por el Estado para generar una ciudadanía crítica capaz de defenderse, pero España no lo promueve.