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YAIZA DERBYSHIRE Estudiante de periodismo bilingüe «La fuerza del papel»

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León

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Atender a un concurso de quesos; ver algunos de los legajos y objetos más raros del Archivo Histórico Provincial y entrevistar a un artista leonés que había grabado en Abbey Road, los estudios de los Beatles, son algunos de los momentos destacados de los últimos dos meses en contacto con la profesión periodística en el Diario de León.

El primer día de cualquier aventura o viaje impone y más si significa pisar la redacción de un diario. Mis expectativas de las prácticas si me guiaba por libros, películas o por la experiencia de Rorrie de las Chicas Gilmore, serie que he recuperado este último mes gracias a las recomendaciones de Netflix, eran pasar las horas en la fotocopiadora o haciéndole cafés a los redactores, coordinadores de sección o editores. En cambio, la experiencia ha demostrado ser todo lo contrario al estereotipo del becario discriminado o del último mono de la redacción. En estas ocho semanas he trabajado de la mano de grandes periodistas con un largo recorrido que han depositado la confianza en mi y me han dado la libertad para escribir, atender ruedas de prensa, realizar entrevistas y hasta participar en reuniones editoriales.

Comencé mi experiencia en la sección de Cultura y he vuelto a la misma zona de la redacción para cerrar estos dos meses de prácticas, pero entre medias también he probado las aguas de la sección de León y debido a que las labores ejercidas han sido muy distintas he tenido la oportunidad de acercarme tanto a expertos y artistas del panorama cultural de León como a cifras y datos de la capital de fuentes públicas y privadas.

Mi primer reportaje fue una entrevista a la responsable de la colección del Musac y, como toda primera vez, estaba nerviosa y salí del museo pensando en las mil y una cosas más que podría haber preguntado, pero la sensación después de la última entrevista que hice, con el escultor Amancio González sobre su exposición en el Cazario, a pesar de mi habitual caos y patosidad, fue de satisfacción con las declaraciones y respuestas extraídas y ese fue el momento en el que me di cuenta de todo lo que había evolucionado en este corto periodo de tiempo.

Maquetar, enviar a cierre o ver mi firma impresa en un periódico de papel son algunas de las cosas que ni me planteaba vivir tras tres años de clases magistrales dedicadas a la muerte del periodismo en papel, el auge del periodismo online y las numerosas prácticas dedicadas a vínculos, programación o el uso de wordpress. Y aunque en el futuro seguramente trabaje en un formato digital, son habilidades que completan el perfil de un periodista y saber trabajar con el factor espacio me ha ayudado a mejorar la rapidez y la flexibilidad a la hora de escribir. Además, esa es la principal queja de mis compañeros de clase: que después de tres años en la universidad ningún profesor se ha puesto a enseñarnos a escribir, y tras dos días redactando me percaté de la gravedad del problema ya que mis capacidades de titular y subtitular eran pésimas. Un curso intensivo de Asunción Puente, Emilio Gancedo y Verónica Viñas, a pesar de que sigue siendo el momento más temido del día, fue el mejor remedio para mi falta de capacidad de llamar la atención en pocas palabras.

Para aprender de verdad uno tiene que hacerlo y vivirlo desde dentro y a base de prueba y error, paciencia por parte de tus mentores y ganas de querer trabajar, las habilidades de cualquier labor, en este caso escribir con fluidez, documentarse de manera correcta o coger un buen enfoque se irán desarrollando y el proceso de aprendizaje siempre dará su frutos.