Diario de León

La curva de Linares devuelve a Francisco

¡Para, para, para...! Después de casi dos jornadas de trabajos, la pala paró. Y el corazón se les puso en un puño. Solo era un palo. El voluntariado de la ARMH excavaba ahora con cuidado. Al cabo de un rato apareció una vértebra dorsal. El primer indicio de que Francisco Alonso, paseado hace 81 años, está allí. Hoy siguen su búsqueda en la curva de Geras..

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Luis Alonso, el hijo de Francisco, llegó por la mañana a La Revuelta de Linares. Lo acompañaba su esposa, Tere, y Ángeles Caso, la escritora y periodista amiga de la familia que ha sido un puntal en la búsqueda de una víctima de la Guerra Civil.

A Luis no le salían las palabras. Sólo miraba. «Por esta curva he pasado cientos de veces con la bici sin saber que él estaba ahí», recordaba días atrás. Le apasionaba el ciclismo, fue no de los promotores de la primera vuelta internacional a León allá por 1957, pero dar pedales no daba de comer y se hizo carnicero como lo fueron sus antepasados.

Para entrenar, muchas veces enfiló la carretera que comunica la comarca de Gordón con Luna y Babia a través del puerto de Aralla. En el kilómetro 11 aparecieron ayer los primeros restos humanos no tiene duda de que son los de su padre, aunque una prueba de ADN lo tendrá que corroborar. Después de la primera vértebra se encontraron la cabeza y restos de un fémur y también restos una tibia.

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) realiza la búsqueda de Francisco Alonso Alonso, nacido en La Virgen del Camino y vecino de Trobajo del Camino, a quien pasearon con 29 años en la cerrada curva que define el kilómetro 11 de la carretera.

La dispersión y fragmentación de los restos «nos da a entender que cuando hicieron la carretera los removieron», comenta una de las nietas de Francisco, Camino Alonso. «Si los vieron o no, no lo sabemos, lo que importa es que lo hemos encontrado y lo que aparezca es él, es nuestro», comentan con emoción padre e hija.

A Francisco lo mataron un 25 de noviembre de 1937 y lo sepultaron en un recoveco de la pronunciada curva. Una vecina con la que dieron hace pocos años y cuyo testimonio ha sido decisivo para encontrar la fosa les dijo: «No voy a decir nada, pero seguidme y donde tire un pañuelo allí está».

Allí mismo afloraron ayer los primeros restos de aquel hombre cuya muerte dejó a dos hijos huérfanos, Luis y su hermano mayor, Paco, y a una esposa viuda y «trastornada. Nicolasa Luengos, una mujer que había nacido en Melgar de Campos y se casó en Trobajo del Camino con Francisco, murió de un cáncer y abatida por la tristeza trece años después. Poco sabían de Francisco, aparte de que era un matachín de reconocido prestigio entre los de su gremio y que había huido de casa el 19 de julio de 1936, tras recibir una nota en la que le advertían que le habían denunciado. De Francisco sabían que había hecho la mili en Burgos porque en casa había postales que escribió a su madre con escuetas frases de amor de los de antes.

Después supieron que Nicolasa, su esposa, hizo de tripas corazón para ir a La Pola de Gordón a buscar la partida de defunción al Registro Civil. El papel ponía que había muerto en Geras «a consecuencia de la guerra». Encontrar el lugar ha sido un trabajo detectivesco que ha durado varios años. Ángeles Caso, la escritora y periodista amiga de la familia ayer llevó personalmente a Luis, desde Sopeña de Curueño, a la Revuelta de Linares para que pudiera seguir los trabajos de la ARMH de cerca.

«Estuve tranquilo todo el día. Ya pensaba que a ver si no saldría. Pero ahora ya está. Después de 81 años por fin lo encontramos», señalaba por teléfono. Ya empezaba a caer la tarde cuando aparecieron los primeros restos y no hubo tiempo de buscar más.

Mientras el antropólogo los identificaba, llegó la Guardia Civil para levantar el atestado y acordonar la zona. Hoy prosiguen los trabajos, apuntaron Nuria Maqueda y Marco González, de la ARMH. La asociación ha identificado a cerca de 1.400 personas desaparecidas del franquismo desde el año 2000.

Ayer, en la Revuelta de Linanes, fue Tere, la esposa de Luis, quien dio la voz de alarma: «¡Para, para, para..!», dijo cuando vio que de los dientes de la pala colgaba lo que parecía un hueso. Primero vieron con decepción que era un palo. Pero fue como una señal. «Al poco rato empezaron a aparecer los huesos», señalaba la mujer camino ya de Sopeña.

Su hija Camino, que ha encajado el puzle de su abuelo poco a poco, lloraba de la emoción y del cansancio de un día largo que para ella había comenzado a las cinco y media de la mañana para ir a trabajar. «Están saliendo los huesos, no puedo hablar», confesaba con la voz partida.

Francisco Alonso nunca debió morir a la salida de Geras, enfilando el puerto de Aralla. Pero lo asesinaron. «La pena es que no lo hubiera sabido yo esto hace 60 años, el lo mató ya está muerto», afirma Luis. Hoy ingresa en el hospital. Le cambian la pila al marcapasos. Desde ayer, además, se ha quitado de encima una pesada mochila emocional al ver que se cumplirá su propósito. «Ahora ya puedo enterrar a mi padre, o lo que encontremos de él, junto a mi madre en Trobajo del Camino», afirma el hombre

Fue hace diez años cuando, a causa de la profanación de tumbas en el cementerio, al ver los restos de su madre empezó a dar vueltas a la idea de encontrar a su padre Francisco y reunir al matrimonio en el camposanto. La memoria oral que las mujeres transmitieron en las noches de filandón, ha sido decisiva en esta búsqueda.

«Esas mujeres coraje, que contaban lo que nadie decía por miedo, mientras hilaban, nos han dejado esta pieza de nuestra memoria», afirma la nieta de Francisco. Esta mujer que ha escrito días de lucha contra la Sama-Velilla y el matrimonio que ganó la primera sentencia de las preferentes a España Duero gana ahora otra batalla a la memoria silenciada y sepultada en las cunetas. En la Revuelta de Linares se abrió otra fosa.

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