Atleta, violonchelista, ingeniera y víctima del terrorismo de ETA

El 20 de enero de 1986 el etarra Ignacio Erro Zazu, uno de los miembros de ETA en libertad tras beneficiarse de la doctrina Parot en 2013, colocó una bomba en el coche en el que viajaba el guardia civil extremeño José María González Garrido, destinado en Oiartzun (Guipúzcoa). Tenía sólo 22 años y como consecuencia del impacto perdió una pierna. Años después, cuando nació su hija Clara, se la llevaba con él a los entrenamientos de baloncesto y tenis, lo que despertó en esta joven de 22 años estudiante de quinto curso de Ingeniería Electrónica Industrial y Matemáticas de la Universidad de León, su afición por el deporte. Con siete años ya entrenaba en el club de atletismo de Extremadura, gusto que le inculcó su padre, y comenzó sus estudios de violonchelo, inclinación que le transmitió su madre, María Victoria Holguín, profesora de guitarra. Clara se convirtió en la campeona de salto de altura de Extremadura y ha participado en el Campeonatao de España de Atletismo. En esa faceta es en la que más echa de menos a su padre. «Siempre lo he conocido sin una pierna y no me imagino cómo podía ser antes del atentado, Me da una pena terrible no poder salir a correr con él».

Pero ¿cómo acaba una extremeña de enamorada de la Catedral de León y de León?, como se declara. «Desde los 12 a los 14 años venía todos los años a un campamento para niños víctimas del terrorismo en Vegacervera. Me enamoré de León, me vine a estudiar aquí y aquí me gustaría quedarme».

El primer año como estudiante de la Universidad de León se apuntó a las actividades culturales de música y ahora pertenece a la Juventudes Musicales de la Universidad de León, dirigida por Juan Luis García. «Tanto el deporte como la música me han ayudado mucho psicológicamente para centrarme en la competición y aprender idiomas». La música y el deporte son dos de los pilares en los que se apoya para concentrarse y seguir aprendiendo. «Hablo inglés y estoy aprendiendo el alemán y el italiano».