CORNADA DE LOBO
Radicales libres
Me manda Nacho Boixo escaneados en su página «León Virtual» los cinco ejemplares de un periódico diario y cazurro que hace treintainueve años bien pudo pasar a la gaseosa posteriodad por ser seguramente el diario de más efímera existencia en la historia del periodismo europeo... ¡cinco días!... y al sexto la diñó... y le diñaron, pues también cupo allí el clásico «entre todos la mataron y ella sola se murió».
Y como me pide unas líneas para ilustrar esa repesca, aquí le van.
Ya su cabecera, «La Tarde Radical... del País Leonés», mosqueó al anunciar su salida en varias vallas gigantes de la ciudad, publicidad cara que invitaba a toda sospecha, como su gran foto de Stan Laurel y Oliver Hardy, el Gordo y el Flaco, golpe de efecto... y ¡del país leonés! (zaca, país que balbuceaba entonces su ¿diferencia?), insinuando así la batallita autonómica en la entraba, pues junto al proyecto periodístico caminó en paralelo otro político, el «Bloque Radical del País Leonés», que concurriría a las elecciones apoyado por Izquierda Republicana (eran cuato viejos entrañables) y Acción Republicana Democrática Española (otros tantos)... y así, con remoquete de rojetes para algunos, me vi candidato en la lista al Senado, de hoz y coz, por formar parte del cuarteto fundador de aquel diario junto a Antonio Yuste, el concebidor y cabezota del enigmático invento, Benigno Castro, cursando con brillo en la universidad (acabaría de estratega para Zapatero), y Ramiro Valladares, jurisconsulto en ciernes (del que jamás volví a saber).
Antes editamos una volandera tocagüevos semanal que nos valió algún juicio, «Canica de guá», echando también la trapa temprano, al noveno número; lo efímero nos bendecía.
Lo divertido fue que «La Tarde Radical» desconcertó a toquisque: la derechona decía que éramos apéndice diario del semanario rojeras «Ceranda»; la izquierdina aseguró que éramos la sucursal liberal de Camuñas; «El País» nos creyó colonia del radical italiano Pannella... y en realidad sólo éramos un radical libre, ese jodido átomo con un electrón desapareado.