Diario de León

«Hay que poner el foco sobre los maltratadores»

Un 25-N contra los hombres que maltratan. La astur-leonesa Pilar López Diez, doctora en Ciencias de la Información y experta en Comunicación y Género, recalca que atajar la violencia de género implica poner el foco sobre los causantes, los hombres maltratadores, y propone que el 25 de noviembre pase a ser el Día Internacional contra los Hombres Maltratadores. Tiene razones..

Pilar López Díez, durante su comparecencia como experta en género y comunicación en el Congreso en 2015

Pilar López Díez, durante su comparecencia como experta en género y comunicación en el Congreso en 2015

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ana gaitero | león
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El asesinato de las hermanas Mirabal, en República Dominicana, en 1960, dio lugar 39 años después, a la declaración del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres y las Niñas. Dos años antes, en 1997, España se conmocionó por el asesinato de Ana Orantes. Su exmarido, José Parejo, la quemó viva.

Desde entonces, la violencia machista o de género, aunque también se la denominó en principio doméstica, entró en la agenda mediática. Se van a cumplir doce años de la Ley Integral contra la Violencia de Género y las cifras no son alentadoras. La Fiscalía de León recoge en su memoria de 2017 un incremento de los delitos de malos tratos y contra la libertad sexual.

El sistema de protección ha desvelado fallos en los últimos asesinatos de mujeres y las mujeres que sufren violencia no siempre denuncian. No confían. Entre los diferentes frentes que hay abiertos para atajar el problema, la experta Pilar López Diez ha lanzado una propuesta y siete razones.

Quiere que el 25-N, el Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres y las Niñas, sea denominado Día Internacional contra los Hombres Maltratadores. «Las mujeres son muy importantes porque son las víctimas pero son el sujeto pasivo y hay que poner el foco sobre los maltratadores», precisa esta doctora en Ciencias de la Información que en 2001 hizo la primera investigación sobre la representación de las mujeres en los informativos de las televisiones. «Las mujeres constituían solo el 17% de todas las personas representadas», precisa. En estudios sucesivos se llegó a detectar hasta un 24% de presencia femenina, pero «lo preocupante», argumenta López Díez, es que «una de cada dos mujeres que aparecen son víctimas de violencia».

«A partir del asesinato de Ana Orantes, los medios meten en su agenda la violencia masculina hacia las mujeres, pero 21 años después se las sigue estereotipando y revictimizando a las víctimas». Además, añade, «no se ha superado el formato del suceso».

Su propuesta para salir de este callejón sin salida, para «ayudar a las víctimas a que denuncien y se sientan seguras», no es nueva. La viene planteando en todos los talleres que ofrece sobre tratamiento informativo de la violencia machista. «Como son los hombres y no esa cosa irreal que se ha venido llamando violencia contra las mujeres quienes la ejercen, es pertinente y justo señalar y nombrar a los hombres que maltratan», explica.

El lenguaje, insiste Pilar López Diez, importa. Lo que no se nombra no existe. Y esta es la primera razón que arguye para cambiar una denominación que acuñaron las feministas latinoamericanas en 1981 y que la ONU admitió en 1999 al hacer oficial el 25 de noviembre como Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres y las Niñas.

«Es lo mismo que cuando se denominaba violencia doméstica a la violencia masculina contra las mujeres. Se mezclaban todos los tipos de violencia que se dan en el espacio doméstico, diluyendo así la violencia de género», argumenta.

«El lenguaje que apunta a la raíz del problema, el que quiere cambiar las estructuras, es un lenguaje comprometido», insiste. Para esta experta, que también ejerció el periodismo durante más de ocho años y puso a las mujeres en el foco de la noticia del día en sus programas de radio, la expresión «violencia hacia a las mujeres para referirnos a las agresiones de los hombres que maltratan es un eufemismo».

Esta terminología, agrega, fue necesaria cuando se empezó a hablar del problema. «Incluso una jornada feminista que reunió a 3.500 mujeres en 1988 en Santiago de Compostela se llamó contra la violencia machista. Los hombres agresores no fueron interpelados».

Treinta años después, «la palabra feminista se ha abierto paso y muchos medios ya hablan de hombres que asesinan y no de mujeres muertas. Las movilizaciones y la toma de conciencia de las jóvenes los obligan a modificar el lenguaje», recalca.

Para dejar de victimizar a las mujeres agredidas hay que «dejar de representar a las víctimas únicamente ‘tocadas’ por los estereotipos que se relacionan con las mujeres agredidas: falta de decisión, dependencia, debilidad, emotividad».

En este sentido, apunta el relato de una mujer víctima de violencia que intervino en unas jornadas de violencia de género en Zaragoza en 2016: «Da igual cómo nos llamemos, somos un problema de todos. Este depredador le podía haber tocado a otra. Me va a costar empezar, pero si no se dice lo que hace un maltratador puede seguir. Tiene que salir su cara. Hay que dar más datos sobre un depredador que caza mujeres».

Por ello, también ve necesario que la policía, cuando detiene a los maltratadores que asesinan, «cambie sus protocolos e incluya dos preguntas fundamentales: en qué trabaja y que nivel de estudios tiene» para que la sociedad vea claramente quiénes son los hombres que maltratan.

También los niños

Pilar López Díez, que expuso sus planteamientos en 2015 en el Congreso de los Diputados y el año pasado en el Senado, señala que en estos momentos en los que la sociedad toma conciencia del peligro que corren los hijos y las hijas de los maltratadores con los últimos asesinatos (27 menores desde 2013), el «eslogan Día Internacional contra los Hombres Maltratadores recogería el asesinato de los niños, además de las niñas, víctimas de la violencia de género de sus padres».

Asimismo, atraer a los hombres no maltratadores hacia la causa que el feminismo logró colocar después de muchos años en la agenda política es otro de los objetivos del cambio de nomenclatura que propone esta experta. «Mucha gente se queja de que no todos los hombres son maltratadores». López Díez piensa que «no discriminar entre el conjunto de hombres, lleva a la confusión y aleja, objetivamente, a posibles y necesarios compañeros de viaje», explica.

En cambio, enfocar a los agresores, puntualiza, «podría arrinconarlos y conseguir, del resto de los hombres, posturas menos distantes y críticas, y más empáticas y comprometidas». «La sociedad entera debería estar unida en el rechazo a los agresores», subraya. No nombrar ni señalar a los agresores puede traer consecuencias. La experta pone el ejemplo de un maltratador que confesó en la terapia: «Cuando salí de la cárcel y llegué a casa la gente me trataba como si la víctima fuera yo».

No llamar al problema por su nombre, argumenta como séptima razón de su propuesta, «aleja la solución». Las investigaciones que se han hecho con agresores ofrecen una conclusión demoledora: «La gran mayoría de los agresores condenados no se consideran culpables de la violencia que ejercen y atribuyen el maltrato al comportamiento de las mujeres. ‘que los sacan de quicio’». «Yo no sabía que era una persona violeta», es la frase que Pilar López Díez recogió de la confesión de otro maltratador en un reportaje de 2011.

En su opinión, los maltratadores deben ser reprobados socialmente para que se autoperciban como tales tanto desde las políticas sociales como desde los medios de comunicación y las redes. Es el primer paso, insiste, para poder solucionar un problema que ha llevado por delante al menos 960 mujeres desde 2003, primer año del que se disponen estadísticas oficiales.

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