Diario de León
Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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A don Julio Caro Baroja -nuestro etnógrafo de cabecera- le llamó siempre la atención el papel matriarcal de la mujer leonesa («paisana cazurra», dicho en román vulgata) en el medio rural; admiraba sorprendido su gran poder de decisión en la ínsula familiar -algo que le parecía casi exclusivo de las vascas- y a pesar de leyes y verticales costumbres patriarcales, veía a la leonesa con cierta autonomía respecto a su marido/señor gracias a mantener a menudo el control sobre «sus bienes», los que había heredado de su padre; ¡y que no se atreva el ceporro a tocar esas tierras, esa casa, ese ganado!... La cosa podría venir de lejos: los astures transmitían la herencia matrilinealmente, es decir, siempre a la hija mayor (que velará por su mantenimiento) y nunca al varón (que dilapidará o lo gastará en vino).

Esa estampa de mujer, dueña de su espacio, mujer de albedrío con sonajas, se me viene cada año al llegar estas fechas recordando tiempos de bachiller en los que veíamos arribar a La Virgen del Camino una nutrida colonia de «anovenarias» -abuelas muchas, talluditas el resto y alguna moza que ya era vieja- venidas de la contorna y de otras distancias a darse un atracón de misas, rosarios e indulgencias en el santuario de la patrona durante el tiempo que duraba la novena preceptiva. Solas venían, sin tutela masculina, y solas se hospedaban todo ese tiempo como podían, muchas veces en condiciones míseras durmiendo vestidas en cuartos de dos perras o cuchitriles y sin poder siquiera asearse, lo que les confería un inconfundible olor entre chotuno y cebolleta pocha que flotaba en el templo sin que pudieran remediarlo dos carros de incienso (tufo espeso que ascendía al coro donde podíamos cortarlo en cubitos).

Resulta admirable que, tiempo atrás, esta costumbre de las «anovenarias» permitiera a la mujer ausentarse de su casa y sus labores para algo que era, después de todo, una vacación cuando no existían vacaciones, una piadosa holganza, una conquista irrenunciable.

Tiempo de mujer algo dueña. Y si es viuda, vota en concejo. Estas cosas no se veían entonces por otros mundos.

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