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Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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Los hurones desencriptadores del «Incibe» (de soltera, «Inteco») andan peleando con las carpetas blindadas del excomisario Villarejo (unas cuatrocientas al parecer) para ordeñarles la jugosa información que sin duda guardó ahí el muy truhán para ir desencadenando apocalipsis en las que no llueve azufre desde el cielo, sino lodo tóxico, ponzoña pura y porca miseria. Jueces, políticos, empresarios o periodistas danzan en esa oscuridad encriptada sus bailes espiados en las orillas de la ley o en la cloaca. «El Estado también se defiende desde las alcantarillas», justificaba ya en su día Felipe González, la X triple más famosa de la pornopolítica coprófila. Pero este serial al que asistimos con ministras afiscaladas, reyes en pelotas, periodistas en bragas o políticos descuideros está demostrando el arma letal que ha ido a manos de ese listo madero-pasma-poli-comisario-empresario-escrutabraguetas-extorsionador, arma canalla que usa sin ningún miramiento para chantajear y sacarse una pasta (sonroja la millonada apañada), lo que le llevó al hotel Rejas desde el que sigue urdiendo nuevas calderas de mierda al ventilador. Hasta el níveo armiño del manto real filipense quedará salpicado de papurria cagalera. A todo lo cual se añade esa casa de putas finas que montó Villarejo para sacar lo que el llama «información vaginal» (hasta cuarenta lumis trabajaban los fines de semana); y ya están rilados todos los invitados que echaron allí un cuete. En la manita le comían después.

De todo este asunto, dos conclusiones: 1.- Aunque a través de tipos villarejos, está bien que el pueblo soberano vea alguna vez algo de la materia reservada que el poder hace oscura para que no se le vea la careta que les engalana su eficaz gabinete de prensa; y así vemos que también son humanos o inhumanos... y 2.- Ya no nos haremos la vieja y angustiosa pregunta de quién vigila al vigilante; ahora lo aterrador es no saber quién vigila al vigilante de los vigilantes o si, al menos, han puesto alguno a esa tarea, pues entre putos y putas anda el juego sucio del Estado; y verlo nos hace ser pueblo desconfiado, derrotista... y triste.