Diario de León

El botijo enseña ciencia en Bruselas

Ciencia a través de las cosas cotidianas. Gabriel Pinto Cañón, catedrático de Ingeniería Química en la Universidad Politécnica de Madrid, de ascendencia leonesa, describió hace 25 años las ecuaciones del botijo. El popular objeto de los veranos españoles se convirtió en una herramienta didáctica que mañana se mostrará en Bruselas en el ‘Playful Science’..

Gabriel Pinto Cañón, con el termómetro que introduce en el botijo, junto al alumno Ander Martínez y el profesor de ingeniería química Ismael Díaz Moreno. RAQUEL P. VIECO

Gabriel Pinto Cañón, con el termómetro que introduce en el botijo, junto al alumno Ander Martínez y el profesor de ingeniería química Ismael Díaz Moreno. RAQUEL P. VIECO

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ana gaitero | león

Cuando era pequeño, a Gabriel Pinto Cañón, le fascinaban cosas como por qué desaparecían las bolitas de alcanfor. De raíces leonesas —es sobrino nieto del autor del Himno a León, José Pinto Maestro, hermano del activista y esctitor Ramiro Pinto Cañón y su abuelo materno era de Redipuertas— encauzó su curiosidad estudiando química. Se convirtió en profesor de la Universidad Politécnica de Madrid y actualmente es catedrático en el departamento de Ingeniería Química.

Aparte de enseñar a las futuras generaciones de ingenieros e ingenieras industriales que se prepararan en la E.T.S. de Ingenieros Industriales, dentro del Departamento de Ingeniería Química, lleva 35 años creando herramientas didácticas con objetos cotidianos y sustancias conocidas que pueden ser usadas con niños y niñas en las escuelas. Empezó por el botijo, un cacharro que todavía entonces se usaba en todas las casas para apagar la sed del verano.

Primero tenía que descifrar la ecuación que explicaba por qué la temperatura cambiaba dentro del botijo, como observó en su experimento. «Sabíamos que refrescaba el agua, pero no cómo disminuía la temperatura con el tiempo», recuerda.

Gabriel Pinto contó con la ayuda de José Ignacio Zubizarreta, que entonces también era profesor en el departamento de ingeniería química. Y se hicieron famosos con el desarrollo de la fórmula que explica el proceso de enfriamiento.

Aquel trabajo no se quedó en una mera curiosidad científica, ni se hizo con pretensiones de buscar una patente. El artículo se publicó en una revista científica especializada en didáctica para enseñar la ciencia.

Desde entonces, el botijo se ha convertido en una herramienta didáctica que mañana se presenta en Bruselas en el festival científico Playful Science, que está organizado por Science on Stage Belgium. Se trata de una reunión donde profesores de ciencia y tecnología de Bélgica se reúnen para intercambiar experiencias.

Gabriel Pinto acude como invitado extranjero en representación de Ciencia en Acción, el equivalente español de este certamen.

«Motivando a los alumnos para el estudio de ciencia y tecnología con una sustancia mágica: el agua» es el título de la conferencia que ofrecerá junto con el taller práctico, para que el que se ha metido en la maleta un botijo pequeño, «de los que nos daban a los niños».

Se trata de mostrar a profesorado de Primaria y Secundaria experimentos sencillos con objetos cotidianas y sustancias tan conocidas como el agua para que practiquen en el aula y realicen una enseñanza más activa de la ciencia.

Pinto, que es embajador de la plataforma europea Scientix, dedicada a la promoción de las Stem (Science, Technology, Engineering and Mathematics Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Entre una docena de experimentos, donde siempre interviene el agua (en alguno de sus tres estados), con sustancias sencillas y objetos cotidianos, se expone el enfriamiento causado por evaporación del agua en los botijos, el pot-in-pot y el juguete científico conocido como pájaro bebedor.

«La idea es que los profesores de distintos países conozcan herramientas educativas para que sus alumnos, en las distintas etapas educativas, se impliquen de forma activa y entusiasta en el aprendizaje de las ciencias y las tecnologías», explica Pinto.

A partir de estos objetos se enseñan principios de la física y la química. Por ejemplo, el pájaro bebedor contiene varias leyes científicas como son la combinada de los gases, la ley de los gases ideales, la distribución de Maxwell-Boltzmann y la capilaridad, entre otras. Se empieza por hacer el experimento y a medida que van subiendo de nivel se pueden introducir variables más complejas.

En el caso del botijo el experimento sencillo consiste en introducir un termómetro en el interior del recipiente de vaso y mostrar la variación de la temperatura. Pero resulta que el enfriamiento del agua del botijo —por transferencia de calor y masa— es un tema de estudio en la ingeniería química.

La obtención de aquella fórmula que dio la vuelta al mundo en revistas científicas e hizo famosos a sus autores ha tenido continuidad en trabajos posteriores. Es el caso del trabajo de fin de grado de Carla Ortiz Domínguez, actualmente de Erasmus para estudios de Máster en el Politécnico de Milán. En 2017 obtuvo la calificación de sobresaliente por el trabajo del pot-in-pot o zeer, en árabe, una doble vasija, separadas por arena, que sirve para la refrigerar alimentos sin necesidad de utilizar electricidad. Se trata de un invento del nigeriano Mohammed Abba, que permitió a las niñas de varios poblados acudir a la escuela pues con este sistema de conservación no se veían obligadas a recoger diariamente una verdura similar a las espinacas para la alimentación de la familia.

Actualmente, Ander Martínez de la Orden, otro alumno de la Escuela Superior y Técnica de Ingenieros Industriales realiza su trabajo de fin de grado como continuación del anterior, bajo la dirección de Gabriel Pinto e Ismael Díaz Moreno, profesor titular de Ingeniería Química. El alumno «estudia cómo influyen en el enfriamiento algunas variables, como el tipo de arena entre las vasijas y, además, realiza una modelización del fenómeno que se incluirá en una dirección web con acceso público.

Por cierto, Gabriel Pinto descubrió con el tiempo que las bolas de alcanfor pasan de estado sólido a gaseoso por el principio de sublimación, que se puede dar también a la inversa, es decir, pasar de estado gaseoso a sólido sin convertirse en líquido. ¡Cosas de la ciencia!

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