CORNADA DE LOBO
Ovejas y abejas
Deja de llorar, paisano, que ya vas sobrado de jeremías lamentosos, profetas bizcos y agonías de calendario... deja la queja, que viene la vieja.
Ya conocemos tu retahíla (o tu rosario, según de qué templo vengas): que si la despoblación, que si las minas cerradas y el desmantele industrial, que si los políticos estos (y los pucelanos más), que si el besamanos y la besaculos están de nupcias a la diputación, que si la Unta de Castilla y el untado León, que si el agro declina y los ganados menguan, que si patatín, que si patatán... (aunque tus cuartos a recaudo están).
Ya te dijo Matías: Tú sigue pintando así el caballo y vas a venderlo ¡por los cojones!... malamente seducirás a inversores o atraerás voluntades si no dejas de lucir ese pesimismo que lleva al derrotismo... caraanchoa, caraabismo... deberías salir de esa confortable casilla que pone «desconfía y ponte en lo peor»... o sea, búscate lo mejor o invéntalo si no lo encuentras.
Uno de Madrid, por ejemplo, dejó todo su mundo y se vino León porque apostó a que su futuro —y el de quien lo quisiera— estaría mañana en las ovejas (se compró un rebaño) y en las abejas, trashumantes las dos, llevando en primavera sus colmenas a Béjar o tierras extremeñas y subiendo en junio su rebaño a cualquier puerto montañés despoblado hoy de sus ganados históricos. Ovejas y abejas. Y lamentaba que el quejica cazurro con aires de hidalgo vago venido a menos dejara perder toda la riqueza ovejera que late en estos puertos y riberas.
Me vino a la memoria porque vuelve una noticia repetida: «apenas quedan pastores en España y no hay relevo generacional»... seguramente porque es un oficio muy esclavo y los márgenes ganaderos impiden pagarles mejor, pero ese madrileño se veía dichoso, no le fue mal y decía que jamás cambiará ya este aire por aquel tufo.
La de pastor y médico son las profesiones más demandas en el medio rural; normal; y en la ciudad, peluquero de perros... ¡!... vaya, quizá eso le tiente a algún pastor desertor por ser diestro en esquilar. Qué mundo.