Diario de León

Madagascar, el peor sitio para esperar justicia

Amnistía Internacional denuncia que miles de personas viven hacinadas en las prisiones.

Varios reclusos, algunos pendientes de juicio, en la prisión de Manakara en Madagascar. RICHARD BURTON

Varios reclusos, algunos pendientes de juicio, en la prisión de Manakara en Madagascar. RICHARD BURTON

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efe | nairobi

Miles de personas en Madagascar permanecen presas, a la espera de juicio, en condiciones insalubres y de hacinamiento que ponen en riesgo su vida, denuncia Amnistía Internacional (AI) en un informe publicado ayer.

«Personas que no han sido declaradas culpables de ningún delito están muriendo en las cárceles de Madagascar debido a condiciones espantosas», afirma la oenegé, al señalar entre los principales afectados a los más pobres, incapaces de costearse una representación legal.

Solo en 2017, 52 detenidos en prisión preventiva fallecieron en las cárceles de este país de África meridional.

Este informe se basa en visitas a nueve cárceles en 2017 y 2018, donde más de 11.000 personas que no han sido juzgadas —entre ellas mujeres y niños— viven hacinadas en instalaciones antihigiénicas, sin recibir suficiente alimento o atención médica.

La mayoría de estos presos fueron detenidos por delitos menores y no violentos, como falsificación o el robo de pollos o de teléfonos móviles, según la organización pro derechos humanos.

«Cuarenta y dos de nosotros dormimos en la misma celda, por lo que no hay espacio para dormir, yo duermo en el suelo», asegura a AI un hombre en prisión preventiva durante tres años y medio, después de haber sido acusado de robar una vaca. «Mucha gente se enferma y se pelea por la comida porque no hay suficiente. Realmente quiero que me juzguen porque aquí estoy sufriendo», asegura.

Según el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), casi la mitad de los presos en Madagascar padecen malnutrición moderada o grave y, de hecho, 27 reclusos murieron por inanición en 2015.

Además, la mayoría de las celdas no cuentan con inodoros o duchas, y los presos son obligados a usar cubos de plástico como retretes durante la noche.

En el texto también se señala que ninguna de estas cárceles distingue entre presos convictos y aquellos a espera de juicio, por lo que «niños comparten celdas con criminales condenados».

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