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Qué fácil

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http://www es/noticias/opinion/escorias-carbon_1287602.htmlGARCÍA TRAPIELLO
León

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Antes (¿cómo de lejos queda hoy ese «antes»?), se plagiaba lo suyo; siempre se plagió, la evolución animal que nos dio el salto del simio a gente se basó en la imitación de conductas exitosas; a copiar se ha dicho; al que triunfa se le plagia; por norma; pero comparado con lo de hoy, antes no se plagiaba tanto porque era muy poco lo que se conocía y un artista local, por ejemplo, no alcanzaba a más de dos museos, tres bibliotecas y cuatro viajecillos. Hoy, sin embargo, un artista o aficionado puede entrar al instante, y sin pagar billete, al Louvre o la Gallería degli Uffizi de Florencia con un solo clic de ordenata o tiruliru móvil y dispondrá de un cerro de obras geniales de cualquier época para estudiar o inspirarse («inspirarse»: entrar en huerto ajeno disimulando)... ¡todo el arte universal ante sus ojos sin moverse de su cuarto!... nunca el curioso, creador o copiota tuvieron tanto y tan a mano para conocer y aprender... o robar, ese gran placer: «Los grandes artistas plagian, los genios roban», dicen que dijo Picasso, pero es pura mentira que lo dijera sin dejar de ser pura verdad lo que se dice.

Así crece hoy tan veloz el gremio de artistas ingeniosos y aún más el de provocadores (ahora toda cosa es arte) o locos luminosos que con sólo un cuarto/garita les basta para intentar ser youtuber famoso, insolente y enriquecido, de los que andan tanto en bocas jóvenes y orejas adolescentes, este relevo generacional que ya nos viene bien comulgado de hostias en vinagre, gustos extravagantes, raps de metralleta y odios muy bien predicados desde la Torre del Pánico, odios raciales, religiosos, odios perfectamente envueltos en papel de mentira guapa.

Vaya, consolaos, dijo Peláez, releed lo que ya lamentaba Sócrates hace 2.400 años: «La juventud de hoy ama el lujo, es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores, y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran al cuarto, contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran en la mesa los postres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros»... o sea, tranquilos todos: esto ya se sabía.