Verso suelto en una Comunidad «sin vertebrar»
ana gaitero | león
La ausencia de una identidad ‘regional’ en León es la que explica, según la historiadora Elena Aguado, la escasa simpatía que la provincia manifiesta por su propia comunidad autónoma. Con sólo 4,2 puntos, León suspende en afinidad a Castilla y León, mientras que el resto de provincias, excepto Zamora que le otorga un 5,7, le dan puntuaciones de 7,9 a 10, como es el caso de Burgos y Ávila. Palencia le da un 9, 3, Soria, un 9, Valladolid un 8,8, Segovia un 8,2 y Salamanca un 8,1. Al hecho de que Castilla y León es una organización territorial reciente, se une la circunstancia de que León no era favorable a entrar en ella, como desveló la encuesta que hizo la Diputación en el proceso previo. Los municipios eran más proclives a una autonomía uniprovincial e incluso a unirse a Asturias, tal y como señaló recientemente el sociólogo y profesor jubilado de la ULE, Prisciliano Cordero del Castillo.
Los años transcurridos no han logrado borrar esa impronta. Principalmente, como apunta Aguado, porque «no se ha producido una vertebración de la Comunidad». «La Junta apostó por el eje Valladolid-Palencia-Burgos y el resto es una gran periferia desarticulada entre sí», agrega. Focalizar en Valladolid el centro administrativo y de gobierno ha ahondado la distancia con la periferia.
En cambio, con Asturias «sin haber lazos estrechos existe una afinidad por memoria». Si nada cambia, habrá que esperar a ver qué pasa con las futuras generaciones que han nacido (y no han emigrado) en Castilla y León.