«Ni siquiera te llaman para entrevistarte»

a. g. | león

Hace cuatro años, cuando Pilar quería incorporarse al mundo laboral después de criar a tres hijos, sufrió una perforación intestinal. Fue el primer contratiempo a sus planes para volver al mercado laboral. Después de diez años apartada, esta operadora informática empezó con cursos de ofimática y a tantear en bolsas de trabajo.

«Acabo de cumplir 50 años y no sé si es la edad o el tipo de trabajo», pero aún no ha logrado un empleo. Lo ha intentado de teleoperadora, dependienta, protésico dental. «Llevo un año y medio buscando y me siento un poco perdida, han cambiado las cosas y te da cierto miedo», confiesa. Tuvo los tres hijos muy seguidos y «me apetecía y me gustaba cuidarlos», pero «no siento que ese trabajo se haya valorado. Parece que por estar en casa no haces nada», apunta. Lo que más rabia le produce es que después de dejar el curriculum en muchos sitios, «ni siquiera te llaman para entrevistarte». «No se nos ve, si no eres joven y estás preparada no te valoran nada», añade. Precisamente el impulso del curriculum ciego es para evitar que la edad o el género sea un condicionante para contratar.

Pilar sostiene que a su edad «tenemos experiencia de la vida, la cabeza más asentada y sabemos un poco de todo. Podemos concentrarnos mejor en cualquier actividad», subraya.

Dejó el trabajo después de dos excedencias y tras tener a su segundo hijo. Su marido estaba en León y ella en Madrid. «Él pidió el traslado a Madrid un tiempo, pero no se adaptaba y al final me vine yo a León», explica.