Diario de León

EL BAILE DEL AHORCADO

La reinserción nos está matando

León

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La ideología mata. Da igual el frasco en el que nos la presenten, el sirope con el que traten de edulcorar su sabor, el perfume que le rocíen para evitar que veamos su verdadero olor. Todas las ideologías son nauseabundas porque instrumentalizan a la persona, la convierten en un mero medio para lograr el fin al que aspiran, siempre totalitario.

Ocurre con las que defienden la igualdad y con aquellas que electrifican trenes hacia lugares que nos venden trabajo a cambio de libertad. El Holocausto es su destino porque aniquilan el libre albedrío y nuestro derecho a elegir.

Los criminales matan y violan. Es su naturaleza y la obligación del Estado es proteger a la víctima, también a la que lo será de manera eventual. Se pone grave el presidente del Gobierno y dice que, «desgraciadamente», Laura Luelmo ha muerto a pesar de la prisión permanente revisable.

Primero, y ante todo: Laura Luelmo no ha muerto, la ha asesinado un criminal llamado Ricardo Montoya que estuvo acechándola durante cinco días. El cuerpo de Laura Luelmo está en un instituto forense porque durante cuarenta años hemos permitido que una Constitución ideologizada defienda al monstruo y se olvide de sus presas, cuyos derechos y cuerpos son ninguneados y pisoteados por una ideología apestosa que considera que violadores, asesinos y pederastas son más ciudadanos que cualquier inocente, que hay que proteger el ¿derecho? a la reinserción de personas cuya contribución social es el sufrimiento.

Tengo derecho a saber si a mi lado vive un delincuente sexual o un asesino porque a pesar de que el Estado se empeñe en decirme que me protege, no lo hace. No lo hizo con Laura, a la que nadie avisó del peligro que corría, y no lo hará con la próxima víctima de cualquier animal al que sacaremos de la jaula para que nos devore. Esta ideología mata y hay que acabar con ella, aunque esté en la Constitución. Las leyes son para los vivos.

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