CORNADA DE LOBO
Peces... ¿y panes?
Un gran marallo de peces chicos y grandes se agolpa ante la infranqueable presa del enigmático pantanín que le hicieron al río Bernesga en plena ciudad con su central de calambres y su lío ingieneril (¿mereció la pena el gasto y estropicio?) justo bajo el puente que ahora llaman «de los leones» y toda la vida «de la estación». Ese nutrido poblamiento de bogas y barbos que ve interrumpido ahí su mandato reproductor de subir río arriba (¿se les olvidó a los del pantanín la obligada escala de remonte y no les dijo nada Medio Ambiente?) es toda una buena señal de resistencia biológica y, ojalá, de alguna recuperación de este río tan maltratado y emponzoñado, amén de apresado.
El Bernesga fue de siempre bien truchero en sus cabeceras, donde las prístinas aguas, aunque el carbón en sus montañas y en el río la dinamita, la lejía o el carburo hicieron sus estragos a mano salva. De Arbas abajo, desde hace siglo y medio, su arena comenzó a ennegrecerse por lo que hoy llamarían microcarbón, maldita carbonilla procedente de los impunes lavaderos de toda su minería. Y no fue lo peor que le cayó encima; después vendrían vertidos industriales, municipales, robos de caudal y expolio de gravas y arenas en todo su lecho. Los ríos leoneses tragan de todo... y al Bernesga le besaba (y aún besa) cualquier colector.
Ahora vuelve su tiempo de peces (¿y los panes?, ¡cuánto se necesita aquí un milagrito!), aunque no volverá su viejo y ancho lecho natural porque a este río le metieron millonadas insultantes para hacerle morir en una cárcel de escollera, matadas sus curvas bajo la dictadura rectilínea del cartabón, borrada de cuajo toda seña natural y estancado y mudo su viejo cántico de escorrentías entre pedreras rubias.
Ahora al Bernesga le devuelven la pesca en su zona urbana e incluso le echarán truchas (pobrecillas) para el ocio jubileta, pero eso sabe tan a pesca de pileta, que le viene una nostalgia agria a quien de guaje se inició en este río-escuela con una vara de palero, cordel, tanza, corcho y moruca pescando bermejuelas... y pese a injurias, aún parecía un río... pero hoy...