Diario de León

El márketing amenaza: ¿churronut?

Es la rosquilla de San Froilán. Pasteleros catalanes la promocionan ahora como suya, pero su origen (alemán) está en León.

¿Rosquillas de San Froilán o churronuts? Es la nueva moda de postre en Barcelona. DL

¿Rosquillas de San Froilán o churronuts? Es la nueva moda de postre en Barcelona. DL

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maría j. muñiz | león

Harina, aceite, sal, huevos, un licorcito, azúcar,... La base no es muy original en lo que a repostería se refiere, pero la resolución culinaria se ha traducido en los últimos años en una receta de enorme éxito en la fiesta grande de León. San Froilán tiene rosquilla. Es verdad que desde hace no mucho históricamente hablando, pero consolidada, copiada, repetida y degustada desde hace unas dos décadas como dulce típico de la fecha.

Y con eso tiene ya marchamo leonés. Son las rosquillas de San Froilán. Y su historia está clara. «La escribió Marcelino Cuevas, y recoge fielmente su evolución». señalaba ayer César García, alma y prócer de Confitería Asturias. Ellos recuperaron la receta y miles la copiaron hasta hacerla tradición. Es rosquilla leonesa, aunque de ancestros alemanes.

Y no ha sobrevivido con facilidad, porque como tanto predican hoy las start ups, a veces hay que transitar por el fracaso para sacar la cabeza del éxito. Que se lo cuenten a Santiago Pérez, hijo de Jesús, de la confitería Coyantina en León. Espíritu inquieto, revoltoso en la vida y en los pucheros, dando vueltas al cucharón recaló en fogones alemanes en los que sorbió la esencia de esa masa blanda y dulce, esponjosa y bañada en el empalagoso almíbar del regusto rezongón del postre goloso.

Entre azúcares importó la receta y la ofertó en aquella confitería Coyantina. Naufragó en sus dulzuras, porque los azúcares del fogón no hay quien los entienda en las cajas registradoras.

O sí. Porque nunca se sabe. Allá a finales de los años 90, el César de la pastelería leonesa volvió a poner un terrón donde antes no había azúcar. La Confitería Asturias, con la raza de su Grado natal volcada en el regusto del paladar goloso de los leoneses, amasó de nuevo el esponjoso recuerdo alemán con su costra azucarada.

Esta vez sí fue un éxito. Universal en la galaxia del santoral leonés. Por San Froilán, rosquillas. Suaves y esponjosas, bañadas en su costrita aguazucarada.

El venezolano afincado en Barcelona Andreas Kanakos llama ahora a las rosquillonas de San Froilán churronuts (alega que es una mezcla de churro y donuts para definir su textura), que la inspiración le llegó en un viaje a Escandinavia. Y que practica la croosfooding , una mezcla de estilos de comida. Explica que tardaron unos meses en desarrollar una masa que fuera un 60% churro y un 40% donuts. Y se han hecho los dueños de las redes sociales, mientras innovan en los glaseados con los que bañan los... churronuts . Que venden a 2,5 euros, precio de mercado del turisteo catalán.

A expensas de que envíen a León una remesa de churronuts para que el paladar detecte en una cata las sutiles diferencias, las imágenes son incontestables. Esto, más grande o más pequeño, son rosquillas de San Froilán. En el fondo y en la forma. Es necesario reivindicarlas. ¿Habrá patentes y propiedad intelectual o gastronómica? De no ser así, el churro será leonés. Y lo que le quedará de la rentabilidad del invento será el agujero del donuts. Manos a la masa, pues.

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