CORNADA DE LOBO
Tienes que
Mezclar sabia o burdamente información y propaganda es algo tan viejo como el corrillo y tan tentador como un «cajón del pan» abierto. Pero hoy, como nunca antes, resulta ser ley a rajatabla más que delito y ya vemos normal que el presentador de un telediario mire de repente a otra cámara y nos venda planes financieros o jazzteles de colorines aprovechando la credibilidad del «informador serio y verdadoso». Una ética ya difunta prohibía estas cosas antes, pero pillar su trozo de pastel publicitario tienta mucho al periodismo de histórica precaridad salarial, aunque tienta más a los que andan en algún escalón de la fama al cobrar en proporción; Iñaki Gabilondo nunca (el periodismo repele la publicidad al ser media verdad como mucho).
Y así se llegó a un hoy impertinente y hortera que incrusta la publicidad en la propia noticia, algo especialmente obsceno en los «medios calientes», teles y radios, aunque en internet lo rizan aún más y el anuncio, por ejemplo, lo tumban directamente sobre del sesudo editorial de cabecera tapándolo, confudiendo al lector que ve esfumarse el texto o partirse e invitándole a seguir su paseo picaflores.
Pero hay un síntoma aún peor: ya no hace falta insertar anuncios, la publicidad va en la propia «gramática parda» del relato informativo y en el entusiasmo deslumbrado del redactor sin freno que busca «sensación». Véanse, si no, estos titulares: «La tres nuevas series de TV que no deberás perderte», «Los 10 pueblos más bonitos de España que tienes que conocer», «El adelanto digital que tendrás que comprar»... y todo así, aunque no sé qué ofende más en ese reiterado «tienes que», si lo imperativo de la orden (¿qué horrible mal me aguarda si no hago caso?) o el tuteo (¿de qué le conozco yo a usted, joven?).
Sitiados por publicidad, acorralados por propaganda política, alimentados por fake-news y slogans voceados... ¿de qué os quejáis?, atajó Sócrates... os va ese pedaleo... ¿qué tiene de bella Times Square, odiosa plaza neoyorkina que solo es tráfico y fachadas agobiadas de publicidad luminosa, para que os obligue, sin embargo, a fotografiaros allí?...