Diario de León

‘Pisitos’ sociales en contenedores

Casas para ‘sin techo’ y más. Convertir contenedores de mercancías en viviendas sociales para personas sin techo y bajos recursos es el reto que lanza Salvador Armesto, con la ayuda de la arquitecta Raquel Santamarta, frente a la falta de soluciones habitacionales «dignas»..

La arquitecta Raquel Santamarta y el artista Salvador Armesto posan frente a la casa de la plaza Severino Ibáñez con su proyecto de viviendas-contenedor. JESÚS F. SALVADORES

La arquitecta Raquel Santamarta y el artista Salvador Armesto posan frente a la casa de la plaza Severino Ibáñez con su proyecto de viviendas-contenedor. JESÚS F. SALVADORES

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ana gaitero | león
León

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Salvador Armesto, el señor de las Pompas, vive en precario. Una casa abandonada y destartalada de la plaza Severino Ibáñez es su hogar. Sin agua, sin luz, sin calefacción... Cuenta que decidió quedarse en León cuando tenía la opción de irse a Dublín para desarrollar un proyecto artístico en una casa de la plaza de Guzmán en el que daba la vuelta al conocido lema de ‘Si no te gusta Guzmán, ahí tienes la estación’. El proyecto se ha quedado dormido en los cajones municipales y la vida de este inquieto personaje que llegó a León hace 22 años se ha quedado al borde de la marginalidad.

Pero se niega. Cuando hace unos meses se enteró de que iban a derribar la casa de al lado por riesgo para la población y que la asociación de vecinos recogía firmas con ese fin sin tener en cuenta a las personas que vivían allí (ahora ya no queda más que él), empezó a darle vueltas.

Se dio cuenta de que su situación personal no es excepcional. «Las opciones para las personas mayores de 50 años con ingresos mínimos se limitan prácticamente a alquilar una habitación en un piso compartido, sin derechos y sobreocupados», explica.

Los ‘pisos patera’, añade, suelen estar en viviendas sin ascensor y antiguas. Y el precio medio del alquiler, que es muy probable que su dueño no declare al fisco, ronda los 200 euros. «Con una ayuda de 350 euros, ¿Qué me queda para vivir?», plantea.

«Las opciones que plantea el Ayuntamiento no son recursos habitables», añade. Se refiere al albergue municipal y a los alojamientos como Calor y Café, para personas sin techo y transeúntes. «Soy de aquí, vivo aquí desde hace 22 años y he contribuido pagando tasas y servicios y quiero vivir aquí. No quiero pasar de ser ciudadano a transeúnte o población flotante que no cuenta», subraya.

Vista lateral del proyecto de bloque de viviendas con contenedores para la plaza Severino Ibáñez. RAQUEL SANTAMARTA / NARRARQUITECTURA

Así nació la idea de convertir en viviendas sociales los contenedores que se utilizan para el transporte de mercancías en barcos o en ferrocarril. Una solución habitacional bastante extendida, y cada vez más, en Europa central y con algunas experiencias en Barcelona y Zaragoza, que aún es inédita en León.

«Los contenedores se usan como viviendas sociales, de emergencia o incluso como residencias universitarias», explica la arquitecta leonesa Raquel Santamarta. Hace años se presentó a un concurso del Ayuntamiento de León para construir una residencia universitaria y utilizó la idea de los contenedores.

Nadie volvió a acordarse de los contenedores hasta que Salvador Armesto llamó a la puerta de su estudio y le planteó la posibilidad de ‘rellenar’ el hueco de la casa declarada en ruina y pendiente de demoler con un proyecto de viviendas-contenedor. «Los contenedores son una respuesta racional a un problema concreto, una respuesta rápida, barata digna y sostenible», explican.

Tan económica que cada ‘piso’ puede costar entre 1.400 y 2.500 euros, aseguran. De esta forma, cada módulo de los propuestos para la plaza Severino Ibáñez saldría por 20.000 euros y el bloque completo, de cuatro pisos, por 320.000 euros.

Se trata de un total de 16 viviendas, en 16 contenedores apilados, y una escalera común. En el patio se podría instalar una lavandería como único servicio común. En algunos proyectos se incluye un salón comunitario. Pero no es el caso porque «al ser en galería ya tienes unos espacios de relación», explica la arquitecta. Se podrían hacer el mismo número de viviendas para la parte del solar que da a la otra calle.

ALTURA MÍNIMA ACEPTABLE

Los contenedores son una «solución sostenible», añaden, no sólo porque hay miles apilados y sin usar en los puertos, sino también por el sistema de aislamiento, con trasdosado de pladur, el uso de paneles solares fotovoltaicos para el abastecimiento energético (e incluso para vender a la red) y el aprovechamiento del agua de lluvia para el riego y de las duchas para los inodoros.

Cada ‘pisito’ dispone de contenedor, ducha y retrete y espacio para la cama. «Cumplen la altura mínima aceptable para ser una vivienda y son practicables para trabajar y para vivir», añade la arquitecta.

Entre las ventajas del sistema constructivo de un bloque de viviendas de contenedores menciona también que «se apilan sin necesidad de estructuras auxiliares y son estables». Pueden levantarse hasta siete alturas de contenedores y aparte de la rapidez de la construcción, «no generan residuos».

Desde el punto de vista arquitectónico, ofrece muchas posibilidades: «Es como un lego», indica Raquel Santamarta. Si se quieren abrir ventanas sólo hay que recortar y la adecuación para hacerlos habitables también es rápida. Además, son movibles, se pueden trasladar a cualquier otro lugar sin problema.

Las dimensiones de estas viviendas contenedor son de 12,5 por 2,5 metros, es decir 31,25 metros, lo que supera ligeramente aquellos famosos minipisos que quiso poner en marcha la exministra socialista María Antonia Trujillo para solucionar el problema de vivienda de los jóvenes. La superficie se considera aceptable para una persona o para una familia monoparental de un miembro o una pareja. Con dos contenedores se podría hacer una vivienda para una pareja con un hijo.

EN LA PALOMERA

Salvador Armesto es tan conocido en La Palomera por su perra Paca como por las pompas de jabón en la calle Ancha. Con su tablet busca el wifi en los bares del barrio, que son casi parte de su hogar, al igual que la zona verde donde suele pasar varias horas después de comer. Ha recogido firmas entre el vecindario para que no le echen sin que se tomen medidas respecto a la precariedad en la que vive. Pero no se trata sólo de su caso.

Con esta iniciativa quiere sacar a la luz el problema del alojamiento en las personas que viven solas y tienen más de 50 años de edad. «Que le den un trabajo a una persona de mi edad es cada vez más difícil, hay un millón de parados mayores de 50 años que no encuentran trabajo en este país», recuerda.

Pero, además, «sería útil para otras personas que no tienen fácil acceder a una vivienda digna. Es un situación que empieza a ser crítica para muchas personas», apostilla. Según datos de Cáritas, cerca de 350 personas en la provincia se hallan en situación sin hogar. Serían los casos más perentorios.

«Los pisos compartidos son una fuente de conflictos y las ayudas de emergencia funcionan, pero es una pescadilla que se muerde la cola»,

Raquel Santamarta y Salvador Armesto presentaron el proyecto de viviendas a base de contenedores a la concejala de Servicios Sociales y Familia, Aurora Baza, quien se comprometió a estudiarlo y ver qué posibilidades de financiación se podrían buscar.

«La vivienda es una competencia que trasciende el municipio y también tendría que implicarse la Junta», aclaran. En este sentido, también sugieren que se exploren vías de financiación mediante fondos europeos, similares al plan Edusi dedicado a la regeneración urbana de la zona norte de la ciudad.

EXPERIENCIAS EN EUROPA

En países como Francia y Alemania, los contenedores se han utilizado como alternativa para las personas sin techo. Pero también como residencias de estudiantes. En la ciudad holandesa de Utrecht, los Spacebox o cajas de dormir, dotados con cocinilla, baño y salón dormitorio, se han convertido en una solución a la falta de viviendas para estudiantes.

En cada uno de los bloques se dispone un contenedor para lavandería con diez lavadoras para que el alumnado pueda hacer la colada. El principal inconveniente que se cita en las publicaciones sobre estas residencias de Utrecht es el aislamiento acústico, que sería mejorable. En cuanto a las condiciones térmicas, se consideran satisfactorias.

Bloque de viviendas hecho con contenedores en el lugar de la casa en ruina de la plaza Severino Ibáñez. RAQUEL SANTAMARTA /NARRARQUITECTURA

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