Diario de León

CORNADA DE LOBO

De Eolo, eólicas

Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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Marean las teogonías griegas con tantos dioses que tienen tantos hijos que se casan tan malamente con tantas ninfas, nereidas o náyades y se topan finalmente con un Zeus tan airado, que les invita a meterse una espada rabadilla arriba. Aroma de tragedia. En su origen, la tragedia es cosa de dioses, pues los dioses, todos los dioses, los crea el hombre a su imagen y semejanza; y quien piense que es al revés es porque quiere creerse o sentirse un dios... y de ahí nos vienen después todos los líos.

En esos parnasos asoma Eolo.

Y desde que el viento es energía, Eolo reparte dinero (¿por eso Eduardo Arroyo pintó de plata al Eolo mofletón y empanizao que nos plantificó por la cara en el Arco de la Cárcel?). Viene esto al caso porque mañana 21 reanuda su cosa -tras dos años de boca tiesa y perdices tarumbas- la comisión de las Cortes de Castilla y León que investiga el cazoleo eólico en el que hay 21 imputados, entre ellos altos cargos de la Junta (más que trama parece pura banda, ¿no son estos más de la midad de los que tenía Alí Babá?).

Según la Odisea, «Eolo, Señor de los Vientos, vivía en la isla flotante de Eolia (la ínsula autonómica también flota), con sus seis hijos y sus seis hijas, que se habían casado entre sí (la famosa endogamia política y funcionaria). Zeus le había dado el poder de controlar los vientos (con boletín oficial y un dedazo mágico) y Eolo los tenía encerrados gobernándolos con un dominio absoluto, apresándolos o liberándolos a su antojo (te nombro, te ceso, te exculpo). Quiso Eolo ayudar a Ulises, que lo visitó al retornar a Ítaca, y le dio un viento favorable además de un odre que contenía todos los vientos y que debía ser utilizado con cuidado. Sin embargo, la tripulación de Ulises (consejeros, cargazos y barandas) creyó que la bolsa contenía oro y la abrió provocando graves tempestades. La nave terminó regresando a las costas de Eolia, pero Eolo se negó a ayudarlos de nuevo» (tranquilos, dijo Ulises Villanueva, aún nos quedan paneles solares, arroyos encomenderos, perlas negras, rotondas innecesarias, centros de interpretación... y nuestro Eolo jamás da calambrazos).

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