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León

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Hay dos maneras de acabar con la democracia o, mejor, de diluir su espíritu. Ambas luchan por minar, desde los extremos, las opciones legales, las dos tratan de anular la representatividad que defienden los regímenes en los que la autoridad emana de la ley. En una de las trincheras están los que defienden un poder asambleario basado en dar el poder a la mayoría. En el contrario, los que confían su suerte al autoritarismo. Los dos se la juegan en estas elecciones y en esa ruleta nuestra suerte está echada. Quienes banalizan el golpe de Estado de Cataluña están en una de esas esquinas. Trivializar al que se sirve de las instituciones para retorcer y subvertir la ley pervierte cualquier posibilidad de calificarse como demócrata. El lema de Cayetana Álvarez de Toledo —«no tengo que pedir permiso a nadie para defender España»— es brillante porque deja en evidencia que la responsabilidad ciudadana se ha convertido en una tarea épica, que el campo de batalla de la propaganda se ha ampliado hasta el punto de que no vemos que el orden constitucional está en juego.

La linde contraria está a punto de dinamitar el tablero y su estrategia de agitación es peligrosa porque bebe de caladeros ideológicos que los partidos de centro —PP, Cs y PSOE— han dejado huérfanos por soberbia intelectual. Su mensaje se basa en gran medida en la redención de las clases medias y se vertebra en eslóganes —gritos de guerra— que piden al votante una revuelta contra la clase política que les ha ninguneado. Nos quieren convertir en humillados, en ofendidos, robándonos así la categoría de hombres libres, convirtiéndonos de una umma acrítica..

Creo que fue Chéjov el que dijo que había que liberarse del esclavo que todos llevamos dentro. No es fácil. En realidad, es un ejercicio que implica estar en guardia ante los cantos de sirena de quienes nos abren las tripas para llenarlas de demagogia.

Ser ciudadano conlleva responsabilidades, también intelectuales. En estas elecciones tendremos que optar entre dejar que narcoticen nuestra razón o seguir despiertos.