UNA INFANCIA MARCADA
El 'primo de Zumosol' revela que sufrió acoso escolar
Sergio Medialdea, que hoy tiene 47 años y ha sido un cotizado modelo, admite por primera vez el infierno que padeció en el instituo a mano de chavales mayores que le humillaban "por feo y bajito"
Para la generación EGB, el 'primo de Zumosol' fue un héroe en los años 90. Era un chico alto, fuerte y guapísimo que se dedicaba a proteger a los niños débiles, esos a los que los matones del colegio quitaban la pelota para jugar. Los anuncios de la marca de zumo industrial son hoy historia viva de la televisión. En los espots, el chavalín acosado decía a su verdugo: "Como se lo diga a mi primo te vas a enterar. Mi primo toma mucho, pero mucho zumo". Y aparecía el primo, tan grande y tan protector que los malotes salían por patas. El fortachón de Zumosol (uno de ellos, porque la publicidad se grabó con varios jóvenes) se llama Sergio Medialdea. Es un hombre atractivo de cara afilada, dentadura perfecta, ojos azules, brazos portentosos, manos grandes y huesudas y 1,81 de estatura. Ha sido modelo profesional, portada de revistas e imagen de marcas de lujo. Hoy, a sus 47 años, confiesa lo que nunca ha querido confesar: que fue un niño acosado en el colegio. Por feo y por bajito.
El infierno que sufrió a mano de sus acosadores fue de tal envergadura que estuvo a punto de suicidarse cuando era un chaval. Se emociona hasta la lágrima contando públicamente lo que pasó. Lo hace porque quiere poner su granito de arena en la ardua batalla contra el 'bullying' emprendida por la Asociación Nace (No al Acoso Escolar).
CON GAFAS Y BAJITO
Sergio (Gavà, 1972) enseña fotos de su infancia para dejar claro que fue un niño feo. "Tanto que a mi padres les preguntaban si me pasaba algo, si tenía alguna enfermedad", explica a este diario. Llevaba gafas para el estrabismo, era bastante bajito, tenía un corte de pelo complicado y las orejas no especialmente pequeñas. Para cursar EGB, sus padres le apuntaron a un colegio privado de Barcelona lleno niños (y padres) pijos. Él siempre fue "el feo, el bajito, el muerto de hambre y el hijo de la limpiadora" (su madre se ganaba la vida limpiando las aulas). Lo pasó mal, pero salió adelante.
El problema de verdad estaba por venir: el instituto. "El primer día que entré me cogieron por banda tres chicos de COU y no pararon. Recuerdo perfectamente que un día me quitaron el bañador en la piscina y tuve que salir desnudo del agua. Me pegaban y me humillaban todos los días", recuerda. "Nunca decía nada y si alguna vez lo hacía, la gente me contestaba que eran cosas normales de críos", añade Sergio.
SALTAR A LAS VÍAS
Harto de sus torturadores y cansado de vivir angustiado y apaleado, un día fue a una estación ferroviaria. "Estaba convencido de que sobraba en el mundo. Vi pasar trenes y pensé en saltar a las vías. Si no lo hice fue porque pensé en las dos personas que más me querían: mis padres", admite entre lágrimas.
Obsesionado con ser más alto, Sergio -que con 14 años apenas media 1,46- se metió en un gimnasio con el objetivo de estirar su cuerpo. Pasaba horas en el gimnasio. Con el paso del tiempo, pegó un cambio físico brutal. Esculpió su cuerpo, lo inundó de músculos, dio un estirón, se le afiló la cara, dejó de necesitar gafas y se puso tupé. Cuando le contrataron para los anuncios de Zumosol, vio el cielo abierto. "Yo, un niño acosado, me convertí en el protector de los acosados", confiesa. Pero jamás dijo la verdad. Por miedo. Por vergüenza. Siguió sin decir nada cuando se convirtió en un cotizado modelo. Los fotógrafos se le rifaban para las revistas. Las marcas de lujo le ficharon. Y él se subió a esa ola sin mencionar la palabra 'bullying'.
Con 47 años, y reconvertido en escritor con dos libros autoeditados, baraja por primera vez la idea de ser padre. Y se ha abierto a su pasado. Lo hizo después de ponerse en contacto con la asociación Nace. "Recordar mi niñez no me sienta bien. Pero lo hago por los niños y niñas que están sufriendo. Para que vean que no hay que callarse. Que tenemos que terminar con esto de una vez".