Diario de León
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El baile del ahorcado Cristina Fanjul
León

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La mataron y la violaron porque creyeron a su madre, porque las mujeres tenemos presunción de veracidad. Nadie nos puede quitar la razón, nadie debe hacerlo y nadie lo hizo. El resultado fue que la niña murió, murió después de que un canalla la agrediera sexualmente de manera salvaje, la golpeara, la cosiera a puñetazos hasta que entró en parada cardiorrespiratoria. Llegó al hospital sin dientes, sucia como una indigente y con moratones en las nalgas. Casi sin poder hablar, la niña se desnudó de manera dócil y escalofriante ante unos pediatras que dieron la voz de alarma. Tenía cuatro años y había sufrido tantos abusos que se convirtió en un zombie. Sólo así se explica que casi no hablara, que no mostrara emoción alguna, que no pidiera auxilio. ¿Cómo iba a hacerlo ante desconocidos si la madre veía y consentía? Cuando el terror se hace rutina, cerramos la conciencia. Es la manera de sobrevivir. Ella no lo consiguió. Tuvo la mala suerte de que las mujeres tengamos presunción de veracidad en una sociedad cuyo nivel intelectual ha descendido hasta creer que somos seres programados para el bien. También somos parricidas —Gertrudis—, también somos capaces de violar cualquier norma humana y divina —Lady Macbeth— también podemos ser cobardes y miserables —Temple Drake— también, también somos capaces de permitir que el monstruo que se acuesta a nuestro lado asesine a nuestra hija de cuatro años y negar ante los demás que haya pasado mientras la niña muere en el dormitorio de al lado.

Ni la policía, ni el juez, ni los trabajadores sociales, ni los familiares. Todos se quedaron satisfechos con las palabras de una madre que cada día veía como violaban y mataban a su hija —se puede seguir muriendo hasta el final — porque pronunció las palabras mágicas: «mi exmarido nos maltrataba». Esas palabras marcaron el destino de la niña. Cuatro años. La violó y la golpeó sin piedad hasta que murió. La sociedad falló, de nuevo, como siempre. Hay algunas mujeres buenas, otras miran como un monstruo viola a su hija y callan. Ojalá ardas en el infierno.

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