SANDRA LLANOS MARTÍN
«Quise ser madre jovencita, es mejor para seguir su ritmo»
«Conciliar el trabajo con la crianza es lo más duro de ser madre hoy». Lo dice Sandra, 33 años, soldado en la Unidad Militar de Emergencias (UME) y madre de dos niñas, Adriana y Paula, de 3 y 6 años. Divorciada y con custodia compartida, el apoyo de su madre es un pilar fundamental para compatibilizar su vida laboral con los horarios escolares de sus hijas durante la semana que las tiene a su cargo.
Tuvo su primera hija con 26 años, «quise ser madre jovencita, y ahora veo que es mejor para seguir su ritmo», apostilla. La jornada empieza muy temprano. Primero lleva a la pequeña a la guardería y luego deja a la mayor en casa de su madre, que le da el desayuno y le acompaña al colegio. A las 7.45 tiene que estar en el cuartel. «El apoyo de mi madre es fundamental», admite.
La jornada laboral pasa rápido y luego empieza el ritmo frenético con la salida del colegio, las meriendas, el parque, los deberes, la ducha y la cena. Su madre también trabajaba cuando ella era pequeña. No concibe dejar el trabajo para dedicarse a la crianza. «Ni puedo ni quiero», apunta. Las cosas han cambiado para las mujeres pero no el rol que la sociedad espera de ellas ni el que ellas mismas se imponen: «Queremos ser perfectas y nos exigimos demasiado. Intentas dejarte la vida en ellas. Incluso quitarte de cosas. Es la mayor felicidad», confiesa. Eso sí, «no compro con premios si estoy más o menos tiempo con ellas. No me gustan los niños burbuja». También cree que ha cambiado el rol de los padres: «Hay más corresponsabilidad». Al menos en su caso.