Diario de León

la experiencia de aprender lo básico

Un piso sin límites para la inteligencia

Solidarios por León pone en marcha un proyecto de Vivienda de Autonomía en la ciudad por el que han pasado ya nueve personas con discapacidad intelectual ligera o inteligencia límite. Tres usuarias cuentan su experiencia. «Nos ha cambiado la vida»..

Coral Zamorano y María Delgado, educadoras sociales. Celia Paniagua Llanos, Teresa Salgado Aznar (sentada) y Judith Grande Gaitero. MARCIANO PÉREZ

Coral Zamorano y María Delgado, educadoras sociales. Celia Paniagua Llanos, Teresa Salgado Aznar (sentada) y Judith Grande Gaitero. MARCIANO PÉREZ

Publicado por
carmen Tapia | león
León

Creado:

Actualizado:

Teresa Salgado Aznar, Celia Paniagua Llanos y Judith Grande Gaitero son tres de las cuatro usuarias que conviven actualmente en la Vivienda de Autonomía personal, un proyecto de la asociación Solidarios por León para personas con discapacidad intelectual ligera e inteligencia límite. Desde su apertura en septiembre ya han convivido en el piso nueve personas —cuatro chicos y cinco chicas— que permanecen en el recurso una media de tres o cuatro meses para adquirir habilidades y aprender todo lo que necesitan para llevar una vida autónoma. El piso está supervisado, pero son los usuarios los que gestionan y realizan las tareas diarias.

«Conocer a esta asociación me ha cambiado la vida», dice Teresa Salgado Aznar, una joven de 23 años que pasó su infancia y parte de su adolescencia sin amigas. «Llevo en el piso desde enero y estoy encantada. Antes no tenía amigas y ahora estoy en un piso donde convivo con gente de mi edad y aprendo muchas cosas. Quiero vivir sola. Me apetece mucho»».

La asociación Solidarios por León, Proyecto Convivo es una entidad sin ánimo de lucro creada en León para trabajar con personas con discapacidad intelectual ligera e inteligencia límite y su familia. Trabaja en León desde el año 2016. «Es una de las pocas asociaciones a nivel nacional específicamente para este colectivo», explica Coral Zamorano, la educadora social que supervisa el trabajo que las usuarias realizan en la vivienda. «Como mi segunda madre», la califica Teresa Salgado, que se ha tatuado su nombre en el brazo. «Están aquí para aprender. Venimos a ayudarlas pero el resto del tiempo están ellas solas y se organizan para hacer las tareas». Coral tiene el apoyo de la educadora social en prácticas María Delgado.

Teresa Salgado hace su cama en la vivienda de transición para la autonomía personal. MARCIANO PÉREZ.

En un tablón de la cocina están claras las normas y el reparto de tareas. El lunes, compra; el martes, lavadora; el miércoles, plancha; el jueves, limpieza.... «Desde que estoy aquí he aprendido a cocinar y a valerme por mí misma», asegura Teresa Salgado, que estudia para aprobar las oposiciones a conserje administrativo.

El ritmo de trabajo es intenso para los 56 usuarios de la asociación, que cuenta con tres proyectos específicos para adaptar los programas y las actividades a las personas con «una de las discapacidades más olvidadas debido a que las personas con esta tipología de discapacidad se encuentran muy cerca de lo que se considera normal y en muchas ocasiones no reciben la atención y son culpabilizados y calificados con diagnósticos erróneos», asegura la educadora social. Las personas con esta tipología de discapacidad no tienen rasgos físicos diferenciadores. «Presentan un desfase entre su edad cronológica y su edad mental pero presentan altos grados de autonomía que con apoyos suficientes permiten un desarrollo positivo para sus vidas». La inteligencia límite les ha marcado una infancia dura y le ha colocado en la diana de los acosadores. «Conocer a personas buenas», es la respuesta repetida a la pregunta por la experiencia personal tras el paso por la asociación. «Yo pensé que iba a encontrar a personas horribles en la casa, pero no ha sido así», asegura Teresa Salgado.

Celia Paniagua Llanos tiene 25 años. «He entrado en la asociación este año. Me gusta porque he conocido a muchas personas buenas. Ya venía aprendida de casa. Estuve viviendo cuatro años con mi hermana en La Coruña pero ahora estoy aprendiendo a convivir con personas que no son de mi familia. Estoy dispuesta a aprender otras cosas». Celia también estudia para preparar oposiciones. «Mi idea es trabajar y seguir viviendo en León. Mis padres están en Valderas, pero lo veré con el día a día».

Más relaciones

La convivencia siempre es un aprendizaje que hace crecer a las personas y con esa incertidumbre entró en la casa Judith Grande Gaitero. Tiene 34 años y es la mayor en edad biológica. «Pero me cuesta relacionarme con la gente. Me cuesta seguir una conversación». La labor doméstica que más le gusta es limpiar el baño y lo que menos, cocinar. Esta respuesta sorprende a sus compañeras que coinciden en calificarla de «muy buena cocinera». «Le deseamos que se ponga al frente de un buen restaurante». Judith aprende en la casa habilidades para una vida independiente pero sus padres le han ensañado a desenvolverse con la limpieza. «Mis compañeras dicen que cocino muy bien, eso era algo que desconocía. Siempre que cocino tengo miedo de que no me salga bien y no esté buena la comida». Judith también prepara oposiciones para conserje.

El proyecto de Vivienda de Autonomía está en marcha gracias al apoyo de la Obra Social La Caixa, que aporta 23.940 euros al primer año de apertura de un piso que también apoya el Ayuntamiento de León con 4.261 euros.

«Nuestro objetivo es abrir otro piso para una segunda fase de autonomía y seguir supervisando éste. El objetivo es iniciar un proyecto de vida independiente», explica Coral Zamorano, educadora social.

Celia Paniagua, en la cocina del piso que comparte con otras tres usuarias. MARCIANO PÉREZ.

tracking