El revolución feminista del reguetón
Lola Índigo, primera concursante eliminada de OT en 2017, presenta su disco ‘Akelarre’ con canciones como ‘Yo ya no quiero ná’que ya han tenido éxito en plataformas digitales .
maría muñoz | data
Miriam Doblas Muñoz, más conocida como Lola Índigo, es a sus 27 años una revolución en el panorama musical del momento. Sus canciones, definidas como «reguetón feminista», traspasan barreras en las listas mundiales de reproducción con letras que en las que intenta «reflejar la actualidad contada de una forma fantástica y surrealista».
La primera concursante eliminada de OT 2017, Lola Índigo (Madrid, 1992), presenta en una entrevista con Efe su primer disco, «Akelarre», compuesto por diez canciones que ya están presentes en distintas plataformas digitales, donde su primer éxito «Yo ya no quiero ná» la ha convertido en la sexta artista de habla hispana en superar dos millones de visitas en una semana en la plataforma musical Spotify. Una música con letras inspiradas en «situaciones cotidianas» que han experimentado la propia cantante o su entorno, con ritmos muy marcados, «según lo que me apetece en cada momento», señala.
En el disco se encuentran temas conocidos ya por el público como «Mujer Bruja» y «Yo ya no quiero ná», además de piezas como «Fuerte», la encargada de abrir la cabecera del programa de televisión «Fama, ¡a bailar!» donde la cantante participó a los 18 años, o «El humo», canción que forma parte de la banda sonora para la película «Lo dejo cuando quiera», de Carlos Theron. Sin embargo, esta madrileña criada en Granada, destaca su vínculo especial con «Amor Veneno», que parte de una situación personal, «el amor tóxico».
Su experiencia personal también está reflejada en «Fuerte» donde expresa su «pasión por la danza», de la misma manera que «No se toca» habla de cómo «la vida y las relaciones con la gente evolucionan y cambian, en clara referencia a su paso por el programa Operación Triunfo.
Desde entonces, la madrileña asegura haber «cambiado mucho» debido a su apretada agenda, pues se ve obligada a pasar «menos tiempo con la familia».