Ultimátum para evitar el desastre
La Unesco da un año a Venecia para que vete los grandes cruceros
Cada año llegan medio millón de visitantes en enormes barcos a la ciudad italiana
La ciudad de Venecia es patrimonio mundial de la Unesco, pero si en un año no aleja a los grandes cruceros de sus canales le retirará el reconocimiento. La decisión ha sido tomada esta semana por la agencia de la ONU para la educación, la ciencia y la cultura, lo que ha sorprendido a los administradores de la ciudad, que parecen no haberse enterado de las polémicas que existen desde hace al menos 20 años sobre esta navegación intensiva que está destruyendo la maravillosa ciudad que enamoró a Thomas Mann y a millones de novios llegados de todos los continentes.
La Unesco, con sede en París, pretende que el municipio italiano, que se supone gestiona la herencia de la Serenísima República de Venecia, una potencia naval, política y comercial hasta el siglo XIX, ponga un límite a un turismo de masas que se ha pasado de la raya. Y que lo haga por escrito. "El Estado italiano tiene que proporcionar un mapa de ruta detallado y un plan de gestión progresiva", afirma el organismo.
No será fácil, porque tanto el ayuntamiento como los armadores y, sobretodo, las empresas de cruceros, se oponen, clara o solapadamente, a la prohibición. Desde hace años, pero principalmente desde 2017 cuando la Unesco puso a Venecia bajo examen, las autoridades italianas han presentado varios proyectos alternativos, aunque ninguno de ellos se ha traducido en concreto.
UN PROYECTO PENDIENTE
El más interesante una maravilla de la genialidad italiana se llama Mosee, que no tiene nada que ver con el Moisés de la Biblia que parte las aguas en dos para que el pueblo judío, exilado en Egipto, pueda cruzar el Nilo de camino hacia la Tierra Prometida. Como es habitual en Italia, el proyecto ya cuenta con varios sumarios abiertos por corrupción. Se trata de unas ingeniosas compuertas que se podrán abrir y cerrar según como vayan las mareas que, desde el mar, entran en la laguna.
El control de las mareas urge en Venecia ya que, a causa de cambio climático, es una de las primeras ciudades de Europa que quedará sumergida por la subida de nivel de los mares. En marea alta, las compuertas se cerrarán y al revés en marea baja, salvaguardando un nivel asumible por la ciudad, toda ella edificada encima de islotes. Cuando el turista camina sobre plaza de San Marco, debajo de sus pies no hay tierra sino el mar.
ESCASO INTERÉS
Sin embargo, lo que sufre la ciudad de los canales, surcada por naves de 80.000 y hasta 100.000 toneladas, que ofrecen una vista por encima de San Marco, parece no interesar a nadie. Como tampoco el delicado y frágil equilibro de la laguna veneciana, donde se asienta la ciudad. Un equilibro que comprende variedades de peces, moluscos, vegetales y una armonía de las aguas de las que no existe parangón en ninguna parte del mundo. Venecia es la única ciudad que cuenta con un secular magistrado de las aguas, que supuestamente analiza y dirige el tráfico lagunar.
Al igual de cuanto sucede en Barcelona, el turismo de cruceros, en Venecia ha aumentado con el pasar de los años. En el 2017, llegaron a la ciudad italiana 480.000 cruceristas, que aumentaron hasta 561.000 al año siguiente. Todo esto en una ciudad que ha impuesto un número cerrado de visitantes por día, que se controlan al final del puente que une Venecia a la tierra firme. ¿Quieres entrar? Pues paga un billete, como para ir al cine. ¿Quieres usar los vaporetti para desplazarte? Pues, paga un billete más caro que los residentes, que huyen de la ciudad a razón de 800 por año porque faltan servicios esenciales como zapateros, sastres y tiendas de alimentación, pero también a causa de enfermedades reumáticas causadas por la humedad.
PRESIONES INTERESADAS
En la próxima reunión de la Unesco en Azerbaiján, en julio, se dará a la ciudad del famóso filósofo, otrora alcalde, Massimo Cacciari, un año de tiempo febrero 2020 para demostrar que serán respetadas las normas de tutela ambiental y de salvaguardia de los bienes culturales y arquitectónicos. Pero los políticos del Gobierno de Roma, presionados por los administradores locales, los ambientalistas y los intereses de los armadores, no aciertan con la solución.
Existen proyectos para que los cruceros entren, desde el mar, por otra boca de la laguna y atraquen en una estación marítima lejana del puente de Rialto, del Palacio Ducal y de la plaza de San Marco. Pero, quien le cuenta a un turista chino o español que pasará por Venecia sin verla? Habrá que decidir entre Luchino Visconti de 'Muerte en Venecia', sobre la novela de Mann, o bien los 150 euros de suplemento que pagan los turistas de los cruceros por ver san Marcos desde lo alto, como si fuera una 'disneylandia' cualquiera.