Diario de León

ASÍ ES LA POBREZA

Distintas formas de salir de pobres

Renta básica ciudadana y eliminar prestaciones a las que sólo acceden el 40% de los posibles beneficiarios, propuestas en las jornadas de educación financiera de Isadora Duncan

Susana Martín, del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, María García, presidenta de la FFM Isadora Duncan y Manuel Olveira, director del Musac. JESÚS F. SALVADORES

Susana Martín, del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, María García, presidenta de la FFM Isadora Duncan y Manuel Olveira, director del Musac. JESÚS F. SALVADORES

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ANA GAITERO | LEÓN
León

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«La pobreza conlleva miedo y estrés, y a veces depresión; implica infinidad de pequeñas humillaciones y dificultades. Salir de la pobreza por tus propios medios sí es algo de lo que uno puede enorgullecerse, pero la pobreza en sí sólo la idealizan los necios».

Con estas palabras que J.K. Rowling pronunció ante estudiantes de Harvard hace un año comenzaron ayer las IV Jornadas sobre Educación Financiera Familiar y Pobreza Energética que organiza en León la Fundación de Familias Monoparentales Isadora Duncan.

Las sesiones contaron con un animado debate sobre el impuesto de sucesiones, una ponencia sobre cuentas de pago básicas y otra dedicada al sistema público de pensiones en la que Juan Antonio Gimeno, catedrático de Economía de la Uned y fundador y patrono de Economistas Sin Fronteras, rebatió las tesis apocalípticas sobre la quiebra del sistema público de pensiones y propuso nuevas formas de afrontar su dotación de cara a un futuro con menos cotizantes, pues si en 1975 había cinco por cada mayor de 65 años en 2050 serán 1,3.

«Las pensiones no corren el peligro que quieren hacernos creer si somos capaces de diseñar un sistema sostenible», precisó, «para afrontar las próximas décadas» que estarán marcadas no tanto por la reducción de cotizantes como por el aumento de la esperanza de vida.

«¿Por qué no se habla de la quiebra del Ministerio de Defensa o del Ministerio de Economía?», cuestionó. Gimeno apuntó que estos departamentos son los más gravosos por los gastos militares y el pago bancario, pero «curiosamente se habla de la quiebra de la Sanidad o las pensiones que son dos mercados que el sistema privado está interesado en explotar». También criticó que «los mismos que claman contra el horror del fin de las pensiones, lo hacen también contra la llegada de inmigrantes» y desgranó datos que demuestran que el 20% de las rentas más pobres soporta tanta carga fiscal como el 10% de los más ricos.

También señaló que frente a quienes avistan la quiebra las cifras sitúan a España en sintonía con países vecinos en cuanto al PIB que suponen las pensiones. Para el catedrático, la relación entre cotizantes y pensionistas no debe ser el único criterio modulador de las pensiones. Hay que tener en cuenta «la productividad del sistema» y «cuánto estamos dispuestos a dedicar a pensiones», subrayó.

Gimeno se mostró partidario de reducir las cotizaciones empresariales en la cuotas a la Seguridad Social porque es un coste que repercuten en los precios y por tanto en los consumidores. La reforma que propone contempla una renta básica para mayores, con un mínimo igual de pensión garantizado para todas las personas que supondría eliminar las pensiones no contributivas y los complementos a mínimos. En un segundo tramo habría una cantidad variable en función de las cotizaciones de toda la vida.

En este sentido, se mostró también partidario de una Renta Básica de Ciudadanía de la que ya no reniega ni el foro de Davos o las influyentes empresas de Sillicon Valley ante la revolución tecnológica de la robotización que suprimirá muchos puestos de trabajo.

«La renta básica estaba justificada antes y el sistema social ha ido un sistema de rentas mínimas» y prestaciones cuya burocratización impide que las disfruten la mayoría de las personas. Juan Antonio Gimeno señaló que «tan solo acceden a ellas el 40% de los posibles beneficiarios». «Tengo la esperanza de que se acabe imponiendo la renta básica de ciudadanía porque es más eficiente garantizar una renta mínima a quien lo necesite y el 85% de la población lo aprueba», indicó.

Una renta básica, recalcó, que en ningún caso debe pasar por la eliminación del estado de bienestar y que debería de gestionar el Estado mientras que las comunidades autónomas —donde existe una disparidad de cuantías en las rentas garantizadas, desde 400 a más de 1.000 euros— tienen que dedicar los fondos de las rentas de inserción y demás a «necesidades especiales y colectivos específicos».

También criticó los sistemas de conteo del paro porque todas las políticas de activas de empleo obligan a pasar por el paro y reconoció que «hay que cambiar la forma de medir la economía para incorporar los cuidados» y otros parámetros como el coste climático o el nivel de pobreza actualmente excluidos del PIB. «Cómo medimos influye en cómo actuamos», sentenció.

Susana Martín Faúndez, jefa de servicio de Análisis e Informes Jurídicos de Familia, Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, citó a la famosa autora de la serie de Harry Potter en el acto inaugural de las jornadas para defender que la educación financiera «es uno de los medios más eficaces para erradicar la pobreza».

«Prevenir el riesgo de endeudamiento y el papel esencial que los servicios sociales públicos», son algunas de las herramientas de la Estrategia Nacional de Prevención y Lucha contra la Pobreza. También mencionó la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética 2019-2024.

Julio Gil, representante del Banco España, habló de las cuentas de pago básicas, tarjetas de débito y comparadores como medios de ahorro de comisiones para personas que solo necesitan la cuenta para cobrar un salario o una pensión.

El debate sobre el impuesto de sucesiones lo protagonizaron, con posturas encontradas, Rafael Sanz, profesor de la Uned, y Juan Carlos Valverde, presidente de la Asociación Stop Impuesto Sucesiones. Para el primero, el tributo, con origen en la época de Roma, está justificado para las rentas más altas y grandes fortunas. Valverde recalcó que Roma recaudó ese impuesto para financiar guerras, el impuesto supone un beneficio pingüe para el Estado —0,2% del PIB, 2.700 millones al año— y alienta las renuncias a herencias.

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