LA PASIONARIA DE OMAÑA
El espía que ‘persigue’ a Genara
Lorenzo San Miguel, el artífice de una red de espionaje británica durante la II Guerra Mundial, está enterrado en la misma parcela que la maestra fusilada en 1941 y los legajos de sus causas están juntos .
Un espía, un guerrillero y posiblemente otras personas represaliadas son los ‘vecinos’ de sepultura de Genara Fernández García, la Pasionaria de Omaña, maestra de Cirujales fusilada en 1941 acusada de difundir propaganda antifascista y condenada a pena de muerte en un consejo de guerra que duró apenas media hora.
El espía es «el joven» Lorenzo San Miguel, como reza la lápida que le dedicaron sus padres y hermanos tras ser acribillado por la Guardia Civil en un piso del número 43 del paseo de la Condesa de León. Fue al amanecer del 20 de octubre de 1943. Tenía 27 años y San Miguel era el cabecilla de una red de espionaje que trabajaba para los servicios secretos británicos durante la II Guerra Mundial.
La figura de San Miguel fue rescatada en 2011 en el libro Una alternativa al desembarco de Normandía en España publicado por Aerle (Encina Cendón, Silvia Gallo, Tania López y Maximino Rey). Una oleada de detenciones siguió al asesinato del cabecilla. La red estaba integrada por más de un centenar de personas. Fueron procesadas 56 y tan solo 12 resultaron absueltas. La red planeaba un desembarco británico en España. La vecindad de Lorenzo San Miguel con Genara Fernández García en el cementerio resulta singular, puesto que ambos nombres también están unidos en el legajo del Archivo Militar de Ferrol. La causa de Genara Fernández García está referenciada en la portada del expediente por sedición que abrieron a Lorenzo San Miguel y Fernando Rebaque el 2 de julio de 1936, es decir apenas dos semanas antes del golpe militar capitaneado por Franco. San Miguel había participado en la elaboración del boletín interior del cuartel de Santocildes que, bajo el título Luchar contra el fascismo es luchar contra la guerra, testimonia el ruido de sables que ya había en los cuarteles.
La cercanía documental entre las causas de San Miguel y Genara no se considera casual. Admás, el nombre y el número de causa de Genara está anotado a bolígrafo. José Luis Cervero y José Antonio Landera defienden en su libro El tercer ruido, de 2015, que «Genara formaba parte del grupo de espías españoles al servicio de la Gran Bretaña, que en León lideraba Lorenzo San Miguel». Mantienen la teoría estos autores de que Lorenzo entregó a Genara los pasquines antifascistas que dejó en las escalerillas de la iglesia de San Marcelo y en un banco de esta plaza la noche del 16 al 17 de diciembre de 1939. Según esta versión, sería San Miguel sería el Emilio que ella señaló como autor de la entrega de los dos paquetes, aquella misma tarde, en la taquilla del cine Mari, donde trabajaba. La maestra, que estaba apartada del magisterio por el proceso de depuración franquista, dijo en su descargo que lo hizo en la confianza de que eso le ayudaría a ser restituida en su puesto de maestra. Llas escalerillas de la iglesia de San Marcelo y en un banco de esta plaza la noche del 16 al 17 de diciembre de 1939.
El historiador Javier Rodríguez profesor de la ULE y especialista en la represión franquista, señala en Los servicios secretos en el Norte de España durante la II Guerra Mundial: el Abwehr alemán y el SOE inglés (Revista Universitaria de Historia Militar) que «Lorenzo San Miguel, había iniciado su actividad real en esta red en los meses de marzo y abril de 1941, coincidiendo con la etapa de expansión del SOE por la península», aunque «lógicamente la red no se crea de la noche a la mañana».
Del consejo de guerra se deduce que la Pasionaria de Omaña, como la bautizaron sus enemigos en la comarca, pertenecía a una red que actuaba en la clandestinidad contra el régimen y el hecho de que se juntaran las causas «quiere decir algo» aunque no hay pruebas de qué. En el libro War Zone: la Segunda Guerra Mundial en el Noroeste de España, de 2012, de Emilio Grandío y Javier Rodríguez, se sitúa al futuro jefe de la red de espionaje intentando entrar en Gibraltar en febrero de 1939. Luego entraría en contacto con la embajada en Portugal.
No se sabe si Genara y Lorenzo se conocieron en vida. Pero sus tumbas y sus restos mortales han estado muy cerca durante casi 76 años, hasta que el pasado domingo 2 de junio la ARMH exhumó los restos de la maestra de la fosa número 6 del cuartel A, manzana B del cementerio. Dicen en el pueblo que, antes de ser atravesada por la pólvora de la muerte, Genara gritó: ¡Viva Rusia!. En su tumba apareció una medalla de la virgen Milagrosa.
Muy cerca está también la sepultura del guerrillero Marcelino de la Parra, ejecutado a garrote vil en 1948. «Es muy triste que los luchadores por la democracia y la libertad tienen tumbas anónimas y muy humildes», mientras los golpistas ocupan lugares de honor en los cementerios», señala Marco González. El vicepresidente de la ARMH sostiene que «el Ayuntamiento de León debería colocar placas en esas tumbas».