Diario de León

OPORTUNIDADES LABORALES

El empleo inclusivo tiene premio

Más de 100 personas con discapacidad intelectual trabajan en el centro especial de Asprona León Reconocida como mejor empresa en el certamen de economía social.

Asun Acebes con varias compañeras del área de farnacología donde revisan los blíxter de medicamentos para una empresa leonesa

Asun Acebes con varias compañeras del área de farnacología donde revisan los blíxter de medicamentos para una empresa leonesa

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León

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ana gaitero | leónsidro lo sabe todo sobre reciclaje de aceite en León. Entró hace 30 años en Asprona y lleva 23 como trabajador del centro especial de empleo. Es una de las cien personas con discapacidad intelectual que trabajan en esta empresa social que acaba de ser reconocida en la décimo segunda edición de los Premios de la Comunidad de Castilla y León al cooperativismo y la economía social.

En la modalidad de mejor empresa con otras formas jurídicas de economía social se reconoce la labor de una entidad que practica el empleo inclusivo desde antes de que se popularizara esta palabra para hablar de la integración laboral de las personas con discapacidad pues el derecho al trabajo es de todas y todos los españoles.

El centro especial de empleo de Asprona, bautizado como San Nicolás de Bari, se abrió en 1982 en Quintana de Raneros. Fue pionero en la Comunidad de Castilla y León «en permitir a las personas con necesidades de apoyo ser trabajadores», como resaltó la nueva presidenta de Asprona, María Teresa Prieto Zapico al recoger el premio.

Si en su momento fue una «apuesta arriesgada», pues a las personas con discapacidad sólo se les daba la opción de actividades asistenciales y rehabilitadoras, en la actualidad, enfatizó, «es una heroicidad» mantener el centro especial de empleo por el contexto económico.

Poca gente sabe que el aceite que se recicla en la provincia de León, 274.676 kilogramos el año, ropa que se arroja a los contenedores, el control de calidad de miles de blíxter farmacia y ensamblaje de cables y aluminios, el mantenimiento de decenas de jardines y áreas verdes municipales y privadas, las cajas de las mantecadas de Astorga y las estanterías de madera que acaba de encargar una empresa francesa las hacen en Quintana Raneros personas con discapacidad intelectual. En este centro se cocinan del orden de 800 comidas diarias y se hace la colada de miles de piezas.

Isidro es uno de los seis trabajadores con discapacidad intelectual del área de reciclaje. Se rotan para llevar la furgoneta de la ropa, el camión de recogida del aceite por la provincia y el que va a los bares, mientras dos permanecen en la nave para hacer la ‘limpieza’ del aceite de residuos y agua y sacar hasta la última gota aprovechable. Isidro puede dar más de un consejo para enseñar a la gente a reciclar más y mejor sus residuos de aceite vegetal. «Muchas veces en los contenedores hay aceite de motor, que nos estropea el aceite vegetal», advierte. Y otra cosa: «Hay que echar siempre el aceite en botellas de plástico tapadas», añade. Para quien aún no recicle el aciete vegetal este dato que apunta Isidro: «Un litro de aceite contamina mil litros de agua». Si se recicla se puede obtener combustible biodiésel.

«Pensamos que la discapacidad quita capacidad y lo que ocurre es que a veces te superan», comenta Isabel Martínez, responsable del área farmacológica. Esta bióloga subraya que las personas que tiene a su cargo en el centro especial de empleo, que supervisan blíxters de farmacia, «son capaces de desarrollar las capacidades que tienen con una evaluación continua. Es un trabajo sorprendente», subraya.

Asun, de 42 años, es una de las empleadas de este departamento. «Está bien aunque a veces resulta monótono», comenta con sinceridad. Su objetivo es encontrar empleo en una empresa ordinaria. Lleva 19 años como trabajadora del centro y ha pasado por el servicio de lavandería, limpieza, carpintería, textil, el enclave que existió en Everest... «Creo que en una empresa ordinaria se puede avanzar un poco más», comenta. Ya ha accedido a varias entrevistas de trabajo y y ha quedado en el segundo puesto, así que espera que algún día «me llegue la suerte». Tener un empleo en una empresa ordinaria es su reto y su ilusión.

Con la sede central en Quintana de Raneros, el centro especial de empleo tiene sus ramificaciones en varias empresas a través de enclaves laborales, como es el caso de León Farma, en Navatejera y Aluminios San Antonio en La Bañeza. «En Aluminios San Antonio acaban de contratar a una de las personas que estaba en el enclave y podría haber prescindido de este, pero continua», subraya Pedro Barrio, gerente de Asprona. «También hemos empezado con Antibióticos que ha contratado a una persona. A ver si se animan otras empresas», explica Barrio. La complicidad de empresas e instituciones con el centro es vital. Por eso les dedicaron especialmente el premio.

El apoyo de las empresas y las alianzas con otros centros especiales de empleo, como es el caso de Soltra, son parte de esta gesta social y laboral que cuenta con el apoyo de las administraciones públicas, pero cuyos principales recursos proceden de las ventas y los servicios que prestan.

Fue la Lismi la que facilitó los primeros pasos para la integración laboral de las personas con discapacidad. «Ahora nos hemos profesionalizado, hemos formado a nuestros empleados y prestamos servicios diversos, con estándares de calidad y a la altura de cualquier empresa», indicó la presidenta. Los itinerarios personalizados de inserción sociolaboral, el empleo con apoyo o el empleo personalizado son algunas de las herramientas innovadoras para fomentar la empleabilidad de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo.

Juan Carlos, a sus 51 años, es uno de los beneficiarios de estos de los itinerarios de inserción. Entró hace siete meses en el programa en Asprona y ahora realiza las prácticas en uno de los talleres de manipulados. «Hago de todo porque tengo las manos ágiles», dice orgulloso de sus capacidades.

También está muy contento por el rumbo que ha tomado su vida desde que alguien le puso en la senda de Asprona. «Mi vida ha cambiado y mucho», asegura con contundencia. Ahora vive con otros seis compañeros en un piso supervisado (el único que tiene la entidad, los demás son tutelados) en el Polígono X. Ha pasado de andar con trabajos de jardinería a la intemperie.

Y es que las empresas de economía social juegan un papel importante en el empleo de sectores desfavorecidos y a la vez van más allá del trabajo, sin perder en el horizonte el objetivo de la competitividad. «Contribuimos al empleo y a la generación de riqueza económica y social», puntualizó María Teresa Prieto Zapico ante los representantes de la Consejería de Empleo y la Dirección General de Economía Social que les concedieron el galardón.

No sin recordar el importante papel que las instituciones tienen en el sostenimiento de los centros especiales de empleo para seguir recabando su complicidad. En 2017, el centro especial de empleo de Asprona León facturó en torno a un millón y medio de euros por estos conceptos, mientras que recibió algo más de medio millón en ayudas por la contratación de las personas con discapacidad. Actualmente, con el aumento del 23% del salario mínimo interprofesional, el centro ha tenido que hacer reajustes de jornadas para cumplir la ley y garantizar la sostenibilidad.

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