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MÁS QUE UNAS VACACIONES

De la Hammada a la Universidad de León

Mohamed llegó a Zamora con el programa Vacaciones en Paz. Fue en el verano de 2003. Tenía siete años y se pasó los dos meses llorando. Nunca pensó que acabaría estudiando en la Universidad de León gracias a su familia de acogida..

Mohamed es uno de los chicos del programa Madrasa, ahora en la universidad. MARCIANO PÉREZ

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ana gaitero | león
León

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Una treintena de adolescentes saharauis, algunos ya en edad adulta actualmente, han participado en el programa Madrasa desde su implantación hace diez años en el Bierzo, León y Palencia por Asped-Bierzo. Con el tiempo se extendió a toda la Comunidad y a otros puntos de España —en Madrid se implanta cuatro años después— actualmente son 10 menores los que se benefician del programa, dos en León. Además, en León hay otros cinco adultos que iniciaron sus estudios en el Madrasa. Mohamed es uno de esos chicos y chicas. En el verano del 2002 llegó a Madrid con los 1.500 saharauis del programa Vacaciones en Paz. Le asignaron una familia de Zamora. «Estuve dos meses llorando. Quería irme, no pensaba en otra cosa», comenta este joven de 23 años que estudia segundo de Administración y Dirección de Empresas en la Facultad de Económicas de León.

Nunca pensó que siete años después sería él quien pediría a su familia biológica que le dejaran venir a estudiar a España. «Había estudiado en el 12 de octubre, un colegio que tenemos en el Sáhara, y luego en un instituto de Libia. Pero vi que aquello no era para mí», explica.

La familia de acogida solo le puso una condición, «que mis padres biológicos me dejaran». Así fue como hace siete años emprendió una nueva vida en Zamora. No fue fácil. «Venía con mucho retraso en los estudios y después de intentarlo en el instituto me matriculé de la ESO en un centro de adultos», relata.

Consiguió el título en dos años y aunque el plan era hacer una FP «por mi nivel de la ESO, me metí en Bachillerato». Sus compañeros eran tres años más pequeños que él pero «me adapté y lo saqué bien». «Cada vez que conseguía algo quería más», añade el joven.

Llegó a la Universidad de León el curso pasado. Renunció a su primera opción de estudiar Física porque la nota de corte era muy alta. Y también a Filosofía porque pensó que no tendría salidas. «Como la economía se me daba bien y mi familia de acogida tiene una empresa de construcción pensé que me gustaría aportar algo cuando sea mayor. Mis hermanos de acogida son un ejemplo para mí y quiero ser un hombre de provecho», remarca. Entre semana vive en un piso compartido en León y los fines de semana va a Zamora, porque «juego al fútbol». Cada año, desde 2012 va un mes a ver a su familia en los campamentos de refugiados, en la Hammada –desierto pedregoso— argelina donde el pueblo saharaui, «más de 200.000 personas, viven desde que en 1976 fueron abandonados a su suerte por España», recuerda Enrique Bayón, presidente de Asped-León. El Sáhara era la provincia número 53 de España. El Frente Polisario luchaba por un referéndum de autodeterminación que aún está pendiente de celebrar. La Marcha Verde de Marruecos sobre el Sáhara Occidental fue la respuesta al abandono de la administración española en febrero del 76. Durante 43 años, los saharauis del exilio han pasado de una guerra con Marruecos a casi dos décadas de paz varados en el desierto. El programa Vacaciones en Paz se inicia en 1979 con los primeros acogimientos en Madrid. Actualmente, cada verano salen unos 3.000 niños y niñas, la mitad a España y otros tantos a Italia.

León se suma a este programa a principios de los años 90 con la ayuda de la Diputación, hasta que se crean las sucesivas asociaciones que se ocupan de la logística y sobre todo de la captación de familias.

Este año, sin embargo, el programa no cuenta con fondos públicos al no encajar en las subvenciones de cooperación. Los viajes de los 20 niños y niñas que vendrán a León se costearán con cargo a los remanentes que tiene la asociación, comenta Enrique Bayón. Las Vacaciones en Paz son para niños y niñas de 10 a 13 años. «Después ya no vuelven a no ser que tanto la familia de allí como la de aquí deseen que estudie en España», explica Bayón.

En este caso, tienen la opción de entrar en el programa Madrasa. Lamira, una adolescente de 15 años que reside en Valencia de Don Juan, ha sido la última en incorporarse en León. «Empecé con Vacaciones en 1998», comenta Macu Ruano, la madre de acogida de Lamira. En estos veinte años ha acogido a seis niños diferentes en verano. Lamira es la primera que se queda todo el curso en casa de Macu y David Acebes. El día 30 se irá a pasar dos meses con la familia al campamento de Auser. Y el 3 de julio llegará otro de sus hermanas.

Heysa, de 23 años, vino a España por primera vez en el verano de 2004, con ocho años. Le tocó una familia de Villablino. Tras dos veranos más que pasó en Italia, pudo pasar otras vacaciones en Laciana y al año siguiente estrenó el programa Madrasa con otros diez niños y niñas. Empezó en el colegio en 6º de Primaria y luego pasó al instituto.

Al principio no se hacía a la idea de vivir en España todo el año: «No, no, ¿cómo puedo alejarme de mis padres?», pensaba. Ahora cree que no se adaptaría a vivir allí. «No todos los padres están dispuestos, pero mi madre estudió en Libia y mi padre en Cuba y tienen una mentalidad muy abierta», comenta. Aunque cuando viaja cada verano a la Hammada no falta el comentario de la boda: «Te tienes que casar, ya eres muy mayor...». Como ya saben la respuesta enseguida le dicen: «Estate tranquila, si tú no quieres...». Desde su experiencia anima a las familias leonesas a acoger a niños saharauis. «Si tienen hijos les va a servir. Aprenden a compartirlo todo», subraya.

Heysa cree que hay que ver la vida en el Sáhara para entender que sus padres aceptaran que viniera a España. «La situación es complicada», apunta. Y ello a pesar de los cambios que cada año observan al regresar. «Está cambiando rápidamente», comenta Mohamed. «Me sorprendo cada vez más. Cuando vine en 2012 las únicas casas que había eran de adobe, ahora se construyen casas de piedra y de cemento y en tecnología han avanzado», explica. «Antes la gente se conformaba con vivir de la ayuda, ahora ya no», agrega.

Desde hace poco tiempo, en la Hammada hay luz eléctrica y se construyen algunas carreteras, comenta Macu, que estuvo en marzo del año pasado por última vez. «Aquello es complicado. Ves a muchos niños pequeños. Te impresiona todo. Duermen en el suelo, comen en el suelo, todo se hace en el suelo, en una jaima y una cocinita de adobe para el gas», añade. «Viven como en muchos sitios de aquí hace 40 años», señala Enrique Bayón, presidente de Asped León y padre de acogida de un joven saharaui que estudia FP.