El embriaga las viñas de California
Doménico Chiappe
A mediados de los setenta comenzó el ‘boom’ de los vinos de California. Aunque son producidos con diferentes variedades, la reina es la cabernet sauvignon, cultivada en las tierras del valle de Napa, entre otros condados, por productores que pueden vender cada botella por más de 2.000 euros. Comparadas con las bodegas europeas, las de Estados Unidos son más jóvenes aunque algunas datan del siglo XIX y resguardan caldos de pinot noir, chardonnay o merlot. En las laderas recorridas por la brisa del Pacífico se asientan 1.900 kilómetros cuadrados de viñedos que mueven unos 1.500 millones de euros al año.
Junto al arte de las barricas, la región —de un tamaño mayor al de muchos países europeos— entreteje una geografía humana determinada por la cultura del vino. La película ‘Entre copas’, ganadora de un Oscar en 2004 —guión adaptado—, retrató bien su atractivo mientras dos amigos recorren sus carreteras secundarias, en una singular despedida de soltero. Sin embargo, si la trama de la película se trasladara a los años actuales, los efectos del licor bien podrían sustituirse por los del cannabis, el cultivo estrella en varias zonas de California desde que allí se legalizó su uso recreativo, en noviembre de 2016.
El choque, ya temido por los viticultores, comenzó con la rápida extensión de los sembradíos de marihuana que ahora amenazan los viñedos. El cannabis amarga las uvas, dicen los defensores de la vid, que además se quejan de tener que cambiar de fertilizantes o de métodos de riego para contentar a una industria recién llegada que emerge con la fuerza de los 3.700 millones de euros anuales que factura. Los agricultores de hortalizas ya se rindieron.
«Esta es la mayor amenaza para la industria del vino que he visto en mis 25 años aquí», declaró a AFP Stephen Janes, gerente general de Viñedos Pence.
Como en cualquier negocio, los propietarios del cannabis buscan la mayor rentabilidad. Aunque tengan que embriagar a las parras con su humo. Las bodegas Fiddlehead y los viñedos Fiddlestix han sido demandados por sus vecinos, que les ha obligado a cambiar de plaguicidas. «He producido vino durante 40 años y como viticultores tenemos controles estrictos», explicó Kathy Joseph.