Gilia: chicha nada
Manda la ONU con un informe encargado a 150 científicos de 52 países que hemos de ir a una alimentación razonada y que habrá que comer menos carne, que el planeta anda apurado y fané, que no es sostenible lo que hacemos con agriculturas y ganaderías y que la producción de alimentos origina el 37% de emisiones de gases, ese pedo global que tanto anima al cambio climático.
Las 50 páginas de este informe son el argumento definitivo que debería obligar a moverse a tanta gente de razón y de bien que hay en el mundo para exigir con él a gobiernos y organismos cumplirlo a rajatabla... ¡y ya!... aunque también será munición de calibre para el ultraecologista, el vegano ultranorte, el animalista feroz o el agorero oficial que hay en cada bar de este país tan charlatán, así que también son de temer las palizas doctrinales que nos esperan en todos esos frentes que usarán ahora esta escalera para subirse a la parra del tremendismo proselitista, aunque jamás ese informe indique que debamos dejar de comer carne, ni sugiera tampoco dietas (mediterráneas o filipinas); ahí se dice que la clave está en reducir el consumo y comprar «»... y que con ello haremos más saludable no solo nuestro cuerpo, sino a este planeta en el que ahora mismo 2.000 millones «sufren» obesidad y 800 «gozan» no sabiendo si comerán mañana.
Deposito mi esperanza en lo «de cercanía» («del país»); no hay modo mejor de fijar población y que el campo no cruja tan vergonzantemente: ganadería familiar extensiva, gallineros de casa, conejeras, corrales... y confiemos en que no venga el fundamentalista haciendo lo que aquel rapaz al que mandaron llevar el almuerzo (patatas con carne) al hermano mayor que araba las tierras; por el camino el guaje fue comiendo del zoquete y las pocas tajaditas que ilustraban el potaje y, al preguntarle por tanta patata viuda, el rapaz se explicó: «pan poco, chicha nada, dijo madre que era gilia (vigilia)».