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León

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Aunque aún no existe un término en español para esta práctica, hacer fotografías o grabar vídeos por debajo de faldas o vestidos de mujeres sin su consentimiento se conoce como ‘upskirting’. Hace dos días, un hombre fue detenido en Madrid por la Policía Nacional tras colgar 283 vídeos de más de 550 mujeres. Es un delito que cada vez se hace más común en Europa y, como consecuencia, algunos países comienzan a crear leyes específicas. En España, «no existe una legislación concreta contra esta actividad, pero dentro del Código Penal está encuadrada como un delito contra la intimidad» explica Roberto Fernández, de la Unidad Central de Ciberdelincuencia.

En la mayoría de estos casos se produce un agravante, ya que tienden a acabar en páginas web. Por ello, la Fiscalía contra la Criminalidad Informática pide entre uno y cuatro años de cárcel si es solo la grabación, y de dos a cinco si el autor ha difundido en páginas web las imágenes. Sin embargo, a la hora de condenar, los jueces e investigadores se topan con una gran dificultad. «En estos casos, una de las partes más complicadas es la parte de localizar a las víctimas», pues muchas veces el juez no condena sin esta parte de las pruebas.

Los lugares que estos delincuentes eligen para cometer sus delitos deben ser muy transitados, como el metro, trenes, calles o supermercados, para no levantar sospechas. Sin embargo, las víctimas no suelen percatarse de lo que ocurre, por lo que el número de denuncias, una de las vías para comenzar la investigación policial, es mínimo. En el caso del colombiano de 53 años detenido en Madrid, «no hubo denuncias previas, fue directamente por nuestro ‘ciberpatrullaje’», indica Fernández.

En Reino Unido

Uno de los países pioneros en legislar contra el ‘upskirting’ es Reino Unido, a raíz del caso en Londres de Gina Martin, en 2017, que fue grabada por dos hombres sin su consentimiento en un festival en Hyde Park. Cuando la joven llevó el caso a las autoridades policiales, lo cerraron porque «su zona íntima estaba tapada» y determinaron que eso no suponía una intromisión de su intimidad.

Indignada, Gina decidió comenzar una petición de firmas, que llegó a las 70.000, exigiendo que el Gobierno británico estableciese una ley contra este delito. Finalmente, el objetivo se cumplió el pasado 12 de abril. También Estados Unidos, donde un acusado puede ser condenado hasta cuatro años de cárcel, ha legislado contra este delito.

Australia y Finlandia también están estudiando hacer una ley para prevenir de más delitos. En otros lugares no se considera abuso sexual porque no se produce una agresión física. En el caso de España, está encuadrado como «un delito contra la intimidad» y la pena para ella serían entre «uno y cuatro años de cárcel», afirma Fernández.

La moda de internet

El ‘upskirting’ es un delito ocasional, a pesar de que ahora en verano, por razones obvias, esté creciendo el número, pero sí son un «tipo de grabaciones que está en auge, de moda» en páginas pornográficas, explica Fernández. El número de visitas de estos vídeos está en aumento. Es el caso del hombre detenido el pasado miércoles, cuyo número de visualizaciones ascendía a 1.367.999.

En España, se han registrado otros casos como en León, en el que un hombre colocó estratégicamente «un objetivo de microcámara en la puntera del pie derecho» con un mando a distancia que la activaba. El hombre en cuestión se acercaba a mujeres que paseaban por la calle y llevaban falda para introducir con disimulo su pie entre las piernas y así obtener imágenes de sus partes íntimas y sus traseros.

En Córdoba, se dio otro caso en octubre de 2015 en el que un hombre se colocó en el tobillo una cámara para grabar por uno supermercado las partes íntimas de cuantas mujeres y niñas se encontrase. Llegó a grabar hasta a una niña de ocho años.