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León

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La cifra aportada por Belén Sanz, en sí misma, representa el tamaño del fenómeno social en que se ha convertido el asesinato de mujeres en México. La primera vez que se dio a conocer el término en la sociedad mexicana fue a partir de quienes, comúnmente, utilizaban el término Las Muertas de Juárez, lo que ha propiciado todo un movimiento nacional e internacional, que ha revelado la profundidad sistemática de un problema que se ha infiltrado en todos los estratos de la sociedad mexicana.

La académica, antropóloga e investigadora mexicana Marcela Lagarde acuñó el concepto de ‘feminicidio’ y lo definió como «el acto de matar a una mujer sólo por el hecho de su pertenencia al sexo femenino».

Ha sido denunciada por algunos medios y profesionales la negligente indolencia con que se conduce la justicia en este país americano, y esto no es distinto en el caso del asesinato de mujeres, agregando, además, el alto grado de opacidad con que los asuntos gubernamentales se ejercen.

Las cifras mismas evidencian la ausencia de un Estado de Derecho con espacios en todo el país donde múltiples asociaciones han denunciado que la ley no está vigente y, por lo tanto, no hay nada que evite la emergencia de «focos rojos» —zonas de especial vulnerabilidad ante los feminicidios—.

En México existen diversas personas, tanto físicas como morales, que brindan un importante servicio de acompañamiento a las víctimas y a sus familias.

Institucionalmente, universidades de todo el país, agencias gubernamentales, organismos internacionales o incluso universidades como la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), han exigido la implementación de protocolos de género (con diferentes grados de éxito) para agilizar la respuesta ante la envergadura de este problema.

En el ámbito legal, algunos abogados ofrecen sus servicios de manera gratuita para facilitar la navegación en un sistema jurídico catalogado por expertos como corrupto e ineficiente. Las asociaciones civiles han respondido a esta problemática con ayuda psicológica, orientación jurídica, cabildeo en materia legislativa, etc.

La investigación de los hechos delictivos se realiza por cuenta propia, debido al desinterés por parte de las autoridades para detener estos crímenes, según refieren periodistas, criminólogos e investigadores, y así es como se conforman caravanas de madres, familiares y amigos, en la organización de marchas, mitines, conferencias informativas (en noticieros, universidades, plazas públicas), publicaciones independientes o recopilación testimonial.

Por otro lado, es importante mencionar la reacción de quienes simplemente no pueden concebir un cambio social que signifique la reducción de sus privilegios - como se mencionó previamente esta problemática social implica una serie de factores subyacentes que aluden a la cultura patriarcal - y han respondido a ello con amenazas a la integridad física de los activistas o incluso con actos concretos.

En noviembre del 2016 Frida Guerrero emprende el proyecto #NiUnaMás y así comienza contactando con miles de familias víctimas indirectas de un feminicidio, alentándolas a no rendirse y hacerse oír.

Apartidista y valiente, está disponible para cualquier persona que requiera de su ayuda para encontrar, a las madres, hermanas, hijas, y mujeres asesinadas.

Justicia por su cuenta

El especialista en Derecho, Alfredo Gutiérrez Landa, habla en estos tiempos que corren sobre la importancia del artículo 17 de la Constitución mexicana, donde se declara que nadie podrá hacer justicia por su propia mano, por lo que los ciudadanos en general no pueden estar armados porque es un delito.

Sin embargo, los delincuentes tienen armas que aún son del uso exclusivo del Ejército y otras mucho mejores. Se ha intentado condenar a las mujeres que se defienden con gas pimienta, calificándolo como un arma prohibida en el mismo apartado de artefactos explosivos, por lo que una vez acreditada la ignorancia en este concepto, ya que no es gas, ni tóxico, ni explosivo, si no una combinación liquida con picante que se aplica con atomizador, finalmente el Gobierno ha desistido de sostener ese acto como delito.

Para el criminólogo y especialista en victimología, Christian Reyes Hidalgo, los feminicidios «son los que se reportan a través del análisis del investigación bajo la perspectiva de género. Creo que hay un vacío muy grande con respecto a los datos que el estado mexicano nos está dando».

En el mundo existen 25 países con un alto índice de feminicidios, 14 de estos se encuentran en América Latina donde la violencia feminicida corresponde a una cuestión evidentemente cultural, según los expertos.

«Creo que lo que se ha hecho no abona realmente para atajar la gravedad del problema, que tiene que ver con el control y cosificación de las mujeres. También es relevante la cuestión socioeconómica , porque muchas mujeres no tienen acceso a la educación formal, a la salud ni a la asistencia jurídica», comenta el especialista.

«Yo le puedo hablar de miles de cadáveres en cientos de fosas que no tienen identidad, incluso hay Estados que están tratando de incinerar a los cadáveres que han aparecido en sus territorios», añade Reyes.

El doctor en Derecho y Criminólogo, Edmundo Castañón, indica a Efe que, de 2011 a 2016, «son casi 10.000 muertes de mujeres, de las cuales menos del 20% se tipifican como feminicidio. El problema de México es que las cifras no coinciden con la realidad, porque las carpetas de investigación que se abren por el homicidio de una mujer no se tipifica como feminicidio, salvo en algunos casos».

«El problema del feminicidio es multifactorial, es decir: cultura, machismo, vulnerabilidad y valores. Generalmente el feminicidio lo cometen los hombres, pero eso no obsta que lo pueda cometer una mujer», agrega Castañón.

«En México muy pocos casos llegan a sentencia condenatoria. La impunidad, es decir, si no se castiga y no hay sentencia en contra de los homicidas, obviamente el fenómeno criminal de feminicidio va a ir en aumento», constata el especialista.

«No olvidemos que cualquier delito primero tiene que combatirse con políticas de prevención y, cuando ya se cometió, tiene que investigarse a fondo, dar con los responsables para concluir con una sentencia y su ejecución», concluye Castañón.

Por su parte, la criminóloga Loyda Godínez comenta a Efe que «la clave está en que lo microsocial, una educación y una cultura de machismo de patriarcado de cosificación hacia la mujer, así como el uso de la violencia desde una raíz de poder y control del hombre a la mujer es la raíz del problema».

Para añadir que «si vamos incrementando estas dinámicas sociales, no solo es en la familia, sino en la comunidad y, por supuesto, en una dinámica política hablando ya en un nivel macrosocial».

«Sin embargo, cuando se tipifica este delito en particular que es el feminicidio deja en claro que esa raíz nos está matando, nos están violentando por el simple hecho de ser mujeres. No es suficiente con castigar la conducta, se tiene que prevenir», sentencia Godinez.

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