Diario de León

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efe | nueva york

La Semana de la Moda de Nueva York arrancó este viernes llena de colores estridentes y volúmenes, excesivos en las extravagantes pasarelas de Jeremy Scott y Tomo Koizumi, más dosificados en las de Carlos Campos y Vivienne Hu, y muy discretos en la de Rag & Bone. El estadounidense Jeremy Scott hizo de su desfile una fiesta de disfraces futurista, como viene siendo habitual, y mezcló estilos de la cabeza a los pies: pelucas neón de estilo «punk», estampados animales o de fantasía con palmeras o momias surferas, y acabados brillantes. Su divertida presentación, una de las últimas de la jornada, reunió a multitud de celebridades en primera fila, entre ellas las modelos Gigi Hadid e Irina Shayk, que posaron junto al maniquí Jon Kortajarena y el rapero G-Eazy. El diseñador apostó para la próxima primavera-verano sobre todo por los minivestidos: metalizados, con aparatosos volantes al cuello o en la falda; con bordes asimétricos, dignos de un dibujo de cómic; o en clave irónicamente «sexy», recubiertos de braguitas de satén. Con el denominador común del color y el volumen pero un estilo muy diferente se presentó por segunda vez en la «Fashion Week» el japonés Tomo Koizumi, relativamente desconocido en Estados Unidos hasta que sus llamativos diseños de organza se abrieron paso en la exposición anual del Instituto de Moda del Metropolitan Museum.

Koizumi mostró sus creaciones en un formato diferente: una maniquí iba probándose —con ayuda de dos asistentes— los modelos de exagerada silueta y después danzando con ellos, gesticulando con el rostro y los brazos en una suerte de actuación teatral. Con cascadas de volantes delicadamente fruncidos en una paleta de colores que abarcaba todo el arcoiris, dio la sensación de que las llamativas obras del japonés, en tonos rojos y rosas, o morados y azules, eran aves exóticas.

El hondureño Carlos Campos hizo una propuesta para hombre motivada por los brillantes colores del graffiti de la Nueva York de los años 80 y 90, combinando rosa fucsia, azul intenso o verde turquesa con tonos caqui, negro y blanco en conjuntos entallados. Se mantuvo fiel al carácter de su firma con piezas de sastrería, un oficio que aprendió de su padre en Honduras.

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