LA SALCHICHA CUMPLE AÑOS
A la altura de la Puerta de Brandemburgo, de las partes del muro que aún siguen en pie y del Ampelmännchen, el simpático muñeco de los semáforos, el otro gran símbolo de Berlín es la ‘currywurst’, la típica salchicha berlinesa que esta semana ha cumplido años: nada menos que 70 septiembres contemplan ya a este plato típico tan simple como delicioso.
La receta de la ‘currywurst’ original fue tan secreta como la de la Coca-Cola y se la llevó a la tumba en 1999 Herta Heuwer, considerada como la inventora de esta especialidad. En 1949, con una Alemania devastada tras la Segunda Guerra Mundial, la cocinera Herta le daba vueltas a la cabeza para intentar alegrar a la paupérrima dieta de aquellos años. Herta conoció a unos soldados británicos y les pidió polvo de curry, que mezcló con ketchup (otra herencia militar, esta vez de los soldados americanos), pimientos, pimentón y otras especias. Partida en trozos y servida con patatas fritas, acababa de nacer la ‘currywurst’.
El 4 de septiembre de 1949, la chef Heuwer, que tenía un puesto de venta de comida en el barrio de Charlottenburg, al Este de la ciudad, comenzó a vender su plato, que se convirtió en un enorme éxito. Los berlineses pagaban gustosos unos 60 Pfennig (unos 30 céntimos de euro, al cambio actual) por su ración de ‘currywurst’. Heuwer se las apañó para mantener abierta su relación comercial con los soldados británicos y en 1959 patentó la receta, pero un cocinero de Hamburgo quiso disputarle el honor de la invención y aseguró que él lo había creado en 1947. Aunque el enfrentamiento entre los hamburgueses y los berlineses se mantiene, una placa recuerda en la capital de Alemania a la querida chef: «¡Su idea es una tradición y un placer eterno!». Durante la posguerra, la ‘currywurst’ fue el alimento más popular tanto entre las élites como en el pueblo llano, y su legado llega hasta la actualidad. Cada año se dispensan en Alemania 800 millones de estas salchichas y el 80% de los alemanes la considera como una parte esencial en su dieta. Se dice en el país que no hay dos ‘currywurst’ iguales porque, aun siendo un plato sencillo en la teoría, la diferente combinación de los ingredientes puede hacer que unas sean más dulces, otras más picantes y otras más suaves.
La mejor de todas
Gerhard Schroeder es uno de sus más fervientes fanáticos. En una ocasión el excanciller llegó a decir que conocía todos los establecimientos de Berlín que venden ‘currywurst’. Suena a exageración, porque cientos de bares la tienen entre sus menús. El lugar más popular es el Konnopke, que en unos modestos tenderetes bajo las vías del tren ofrece la que muchos catalogan como la mejor ‘currywurst’ de Berlín. «Los condimentos que se usaban en el antiguo Este comunista ya no se encuentran. Hoy tenemos que comprar otros, de manera que la ‘currywurst’ tiene un sabor diferente», ha contado a la agencia Reuters Dagmar Konnope, la hija de Waltraud Ziervoger, el legendario propietario.
El tradicional un plato típico alemán a base de salchicha asada, con salsa de tomate al curry y desde hace décadas uno de los emblemas nacionales, cuenta además con su propio museo en Berlín cerca del mítico Checkpoint Charlie (paso del este al oeste), gracias a los más de 20 inversores privados.
El museo del «currywurst» ha sido levantado en pleno centro de Berlín, cerca del mítico Checkpoint Charlie (antiguo control fronterizo entre el sector este y el oeste), gracias a los más de 20 inversores privados -casi la mitad extranjeros- que han sumado en total cinco millones de euros.
Lo más normal es encontrar este tentempié por los puestos callejeros (imbiss), mercados y ferias de todo el país, servido en una bandejita de cartón y con un tenedor de plástico.