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León

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efe | madrid

Hace 65 millones de años, una enorme roca de diez kilómetros impactó contra la Tierra y desencadenó la quinta extinción masiva. Ese día, el último de los dinosaurios y el primero de una nueva era dominada por los mamíferos -y por el hombre-, ha sido reconstruido en un estudio que publicó ayer la revista Pnas.

La investigación, liderada por científicos del Instituto de Geofísica de la Universidad de Texas (Estados Unidos), se basa en el análisis de las muestras de rocas extraídas de la «zona cero» del impacto, el cráter Chicxulub, de la península de Yucatán (México).

El estudio, en el que han participado investigadores del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), reconstruye los procesos geológicos, químicos y biológicos generados por el impacto del asteroide que cayó sobre la Tierra con una potencia equivalente a diez mil millones de bombas atómicas como la de Hiroshima.

En un primer momento, la explosión quemó la vegetación que había en varios miles de kilómetros a la redonda y desencadenó un tsunami gigante que arrastró sedimentos hasta el interior de Norteamérica -más de 2.000 kilómetros tierra adentro- pero lo peor vino después.

El impacto liberó tanto azufre a la atmósfera que bloqueó la luz solar y causó un enfriamiento global que acabó con los dinosaurios y con el 75 por ciento de las formas de vida del planeta. Fue un infierno local de corta duración, seguido de un largo periodo de enfriamiento global: los dinosaurios «se achicharraron y luego se congelaron», aunque «no todos murieron ese día», resume Sean Gulick, profesor d en el Instituto de Geofísica de la Universidad de Texas y autor principal del estudio.