Circuitos cortos con miras largas
ana gaitero | león
Agricultura paisana en Francia, agricultura sostenida por la comunidad en Canadá, sociedad para el apoyo de la agricultura campesina en Rumanía, recíproco en Portugal... Los circuitos cortos de comercialización de productos sanos y ecológicos son lo último en Europa y más allá del océano.
Las pequeñas escalas se van a potenciar en la política agraria en los próximos años bajo principios que ha establecido la UE en 2018 como el cuidado del suelo y del agua, cuidado de la biodiversidad, de la salud de las personas y producción y comercialización sostenida para dar salud y riqueza al mismo tiempo.
León no se quiere quedar atrás. La I Feria Ecomercado de León trae al centro de la capital un escaparate de 37 productores del noroeste quiere ser un ariete para potenciar la agroecología con la ayuda de los consumidores urbanos. El continente, y en particular el mercado común europeo, impulsó la agroindustria tras la II Guerra Mundial para abastecer de alimentos en una época de necesidad. Pero las circunstancias cambiaron y la política se mantuvo. Ahora se echa la vista atrás. Y se impulsan los mercados de proximidad y el compromiso de la población urbana con el medio rural.
Así lo explica Encina Álvarez Causelo, ingeniera informática reconvertida en granjera ecológica en su tierra natal, Cubillos del Sil. Esta productora ofrecerá una ponencia sobre los circuitos cortos de comercialización en la mesa redonda que se celebra de 10 a 12 de la mañana en el salón de los Reyes de San Marcelo.
«Los circuitos de proximidad son una forma de comercio basada en la venta directa de productos frescos o de temporada sin intermediario —o reduciendo al mínimo la intermediación — entre productores y consumidores», explica. El auge se debe a una creciente demanda por parte de los consumidores de «productos locales, auténticos, saludables y de temporada».
Son circuitos cortos mercados de productores, como el Ecomercado que se celebra en León los primeros y terceros sábados de cada mes, en los soportales de la plaza del Conde, los grupos de consumo como La Semilla o La Colmena en León, la venta directa en la explotación, que practican agricultoras y agricultores como Katia, en Reliegos, Lucía Arroyo en Quilós, Encina en Cubillos del Sil, Pachu en Quilós y Gabriel en Matalobos.
También existen puntos de distribución que facilitan estos circuitos. La Oficina Verde de la ULE es otra iniciativa de circuito corto. Distribuye cestas con productos de agricultores locales ecológicos por 15 euros. La Uned de San Andrés del Rabanedo es punto de entrega, al igual que las tiendas Equitánea y Lulo Granel.
Pero aún se puede hacer más. Los productores leoneses se proponen dar un paso más, dijo ayer Víctor García Vecín, presidente de Agrele (Agricultores y Ganaderos Ecológicos de León) en la presentación de la I Feria Ecomercado.
Quieren concienciar a los consumidores y consumidoras de la provincia, particularmente de las zonas urbanas, para que se comprometan en el sostenimiento de la agroecología y se acerquen al campo y a las tareas agrícolas y ganaderas. «Los entornos urbanos han perdido el contacto con los alimentos», apunta. Y la agricultura familiar ha sido desplazada por la agroindustria.
Las fórmulas ya existen. La plataforma on-line IbéricaBio, compuesta por cuatro productores de la provincia, han iniciado una campaña para crear una CSA (Consumidores que Soporten a Agricultores locales) en León. Se trata de un grupo de consumidores que ‘apadrinen’ agricultores locales a pequeña escala.
En esta nueva fórmula, el compromiso entre agricultores y consumidores va más allá de una simple compra de alimentos. «El consumidor tiene la oportunidad de participar en alguna de las tareas del campo y obtener a cambio una rebaja en los productos que consume».
Modelos que hacen a los consumidores de los entornos urbanos partícipes de la producción de alimentos en entornos rurales son los CSA en Estados Unidos y los Amap de la agriculta paisana francesa. «No es un hobbie. Es un compromiso. Se mueren nuestros pueblos, pero tenemos la posibilidad de revivirlos con consumo de proximidad», concluye Álvarez Causelo. Si la población urbanita no se moja, advierte, «la cultura del campo que heredamos de nuestros padres se pierde». Y con ella irán al traste los pueblos y la salud.