EL GRAN HERMANO CUIDA YA DE CULTIVOS Y GRANJAS
M. J. MUÑIZ | LEÓN
La agricultura, la ganadería y la agroindustria viven desde hace años una revolución tecnológica quizá ensombrecida por la galopante despoblación de las zonas rurales, o arrinconada por preocupaciones más mediáticas de los episodios de crisis y recuperación económicas. Una revolución apasionante que suma innovación, investigación y talento, que transforma a empresas, cultivos y comarcas en actores económicos competitivos en el duro mercado globalizado.
El sector agroganadero y agroalimentario leonés no es ni mucho menos ajeno a este fenómeno. Más bien, de la mano de centros de innovación punteros (en los que la Universidad juega un papel fundamental, aunque no es el único actor en la vanguardia) y de empresas que apuestan por la I+D+i tanto desde la tradición agroganadera como desde las nuevas apuestas productivas, asienta enormes posiblidades de futuro siempre que se logre dotar de los servicios y calidad de vida necesarios a quienes apuestan por el entorno rural.
Dotaciones y prestigio. Los expertos advierten de que, mientras en otros países la actividad agroganadera es una opción profesional respetada y valorada, en España arrastra un lastre peyorativo que sitúa a esta expectativa laboral y de vida muy lejos de las preferencias de los jóvenes.
A pesar de que con la formación que han acumulado son en muchos casos candidatos inmejorables para trasladar su conocimiento científico y tecnológico al avance y la rentabilidad de las explotaciones agroganaderas del futuro, y para asentar un nuevo tejido productivo y familiar que revitalice los núcleos rurales y los convierta en una opción apetecible desde el punto de vista tanto de la realización profesional como personal.
León, como buena parte del país, presume de tradición y herencia agrícola y ganadera. Aunque en buena medida no las considere como una opción de futuro. ¿O sí? Los ejemplos son muchos, pero el potencial es infinitamente más grande. Sobre todo si se consigue materializar una clara apuesta por el futuro en la definitiva modernización de las zonas de regadío; y se supera aún en buena parte de la provincia un minifundismo arcaico y problemático que sólo siembra desaliento en quienes llegan a plantearse la tierra como alternativa de futuro.
Un panorama a analizar y mejorar en el que muchos avanzan desde hace ya tiempo. Ahí están los ejemplos de alentadores avances en mejora genética de semillas, capaces de adaptarse en productividad, resistencia y sostenibilidad a las sacudidas del cambio climático. Alternativas en el mercado que no sólo resisten mejor a los cambiantes períodos de sequías y fríos moderados sino que acortan ciclos incrementando productividad hasta el punto de permitir varias siembras alternativas.
Todo ello bajo una premisa: investigar también su resistencia a las enfermedades tradicionales (con frecuencia agravadas por el calentamiento global). La agricultura del futuro araña la genética de las semillas para buscar la máxima adaptación a cada terreno y condiciones climáticas. Pero tienen también una firme apuesta por la sostenibilidad. La investigación las hace más resistentes a las enfermedades y desarrolla entornos de resistencia biológica que reducen la utilización de fitosanitarios que se alejan de los actuales criterios de sostenibilidad medioambiental. De hecho, desarrollan microorganismos capaces de proteger los cultivos con herramientas muy alejadas de la química y la toxicidad. León y su Universidad y centros de innovación son un referente internacional en estos desarrollos.
La sostenibilidad pasa también por una mejor gestión de los recursos y ahí la modernización juega un papel en el que aún hay mucho camino por recorrer. Las nuevas tecnologías permiten la utilización de drones especializados en detectar casi milimétricamente zonas que necesitan más o menos riego, nutrientes, pesticidas, abonos,... en cada explotación. Los drones sobrevuelan los campos y registran cada parámetro de necesidad de agua, nutrientes,....
Y los regadíos. En la forma y en el fondo. Lanzar el agua sin control cuando ‘toca’ no tiene en cuenta las necesidades puntuales del cultivo; pero además arrastra abonos y pesticidas que ya no cumplen más misión que contaminar y desperdiciar recursos.
Desde el punto de vista personal, las nuevas fórmulas de regadío permiten regular intensidad, frecuencia, y demás parámetros a las necesidades inmediatas del cultivo. Y activar o desactivar el riego desde los dispositivos móviles en cualquier momento. Adiós al levantar o cerrar compuertas de madrugada.
Ahí están también los vehículos autónomos, con especial potencial en las parcelas agrícolas adaptadas por los ingenieros a las posibilidades de la programación (desde surcos y siembra a limpieza de hierbas, recolección,...).
En las explotaciones ganaderas los avances son también significativos. Entre lo más llamativo, los sistemas de localización por GPS de rebaños en zonas extensivas. En otro parámetro, los sistemas de ordeño, vacunación, control e incluso retirada de abonos automática y con dispositivos de alerta ante accidentes, porque el bienestar animal es un valor también el alza.
En la industria agroalimentaria la innovación es enorme, tanto por las exigencias legales y sanitarias como por los avances y posibilidades. Desde la trazabilidad a la comercialización y el mercado on line, que abre las puertas a muchos negocios del entorno rural. Un escenario en el que aún queda mucho por avanzar, pero que abre el gran potencial del mercado global.