Historia de un mastín y un estercolero
La historia del perro mastín que Isabel Pérez Gago realizó para el pueblo de La Vega tiene su punto de armonía. Cuenta que colocaron el monumento a este perro noble y valiente «sobre lo que era un antiguo estercolero y un día se presentaron los hijos del propietario muy indignados porque no se les pidió permiso». Al enterarse la madre de los herederos que el monumento era obra de Isabel Pérez Gago se acabó el problema. «Mi madre le había ayudado cuando vivía aquí y dijo: Ese perro mastín no se puede tocar». Y ahí sigue. Marcando el paso a quien pasa por La Vega.