Entrevista
«Estamos en la punta del iceberg en la biología molecular»
Eva Nogales sonríe cuando la llaman la ‘fotógrafa’ de los átomos. «No es así, pero si la gente lo entiende, me parece bien», afirma está biofísica madrileña que trabaja en el Lawrence Berkeley National Laboratory en Estados Unidos. En el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, en un encuentro apoyado por la Caixa, avanzó algunas de las líneas futuras de su especialidad: la criomicroscopía electrónica. «No conocemos ni el 5% de las células», afirma con rotundidad.
—¿Cuántas veces ha tenido que explicar su especialidad?
—Muchas veces (risas). Incluso a científicos de ramas que no estaban muy alejadas de la mía. Ahora en ciencia se ha hecho muy popular. Lo que hacemos es mirar con electrones en vez de con luz a través de microscopios gigantes. Observamos enzimas o ADN, por ejemplo, que se destruyen con los electrones. Por eso, para poder observarlas, se congelan y se mantienen a temperatura de nitrógeno líquido y obtenemos las imágenes. Si ves solo una, parece nieve cayendo. Pero la combinación de un millón de imágenes de una forma muy específica en el ordenador, nos permite ver hasta átomos.
—¿Qué le llevó a esta especialidad, relativamente nueva?
—Empecé de casualidad. Usaba técnicas con rayos X en vez de electrones para estudiar una proteína, la tubulina. Las técnicas no me estaban dando la información que yo necesitaba. Pero un profesor nos enseñó esta técnica y me di cuenta de que respondía a las preguntas que me hacía. Y ahora hemos llegado a ver la estructura atómica, vemos cómo están posicionados esos átomos que forman la estructura. Algo que era impensable cuando empecé hace 25 años.
—En 2016, consiguió ‘fotografiar’ el sistema CRISPR-Cas 9 y el año pasado fue la telomerasa.
—Sí, la enzima de la inmortalidad. También sacamos a la proteína tau, relacionada con el Alzheimer. Un año impresionante 2018.
—¿Y en el futuro?
—Hay muchísimas cosas. No sabemos casi nada. Ofrecí una charla y la última parte estaba abierta a las preguntas. Un estudiante de instituto me contó que estaba muy interesado en la biología celular pero que le daba cosa estudiarla porque tenía la impresión de que se sabe todo. Contuve la risa. Comencé haciendo física, que es una ciencia muy madura. Los libros de texto de la universidad se escribieron en los años 40, 50 o 60. En biología molecular o celular tenemos que cambiar los libros de texto cada dos años porque están obsoletos.
—¿Y qué se conoce?
—Estamos en la punta del iceberg. Nosotros sabemos el 5% de cómo funcionan las células, cómo se organizan y funciona el organismo. Hay campos inexplorados. Por ejemplo, ahora sabemos que muchos ARN tienen su propia función, tan complicadas como las proteínas mismas.
—Unos avances en apenas unas décadas.
—Una barbaridad. La ciencia no va tan rápido como los móviles, pero va muy rápido.
—Ha desarrollado su carrera en Estados Unidos, un destino al que han optado científicos españoles para huir de la crisis. ¿Cómo ve ahora la situación?
—Me parece que no hay una visión en España a largo plazo. En Estados Unidos se saber esperar, en cinco años no tiene que existir una patente, una vacuna o una quimioterapia. He visto a Jennifer Doudna, creadora del Crispr y compañera, cómo trabajaba. Hace edición genética. No empezó con esa idea en la cabeza, hacía investigación básica para saber cómo funcionaban estas moléculas que utilizan las bacterias. Y siguió trabajando. Hay que invertir a largo plazo para hacer ciencia básica que al final genere conocimiento que te permita hacer cosas prácticas, no existe en España.
—¿Es necesario un cambio de mentalidad?
—Un compromiso de Estado. En España se puso mucho dinero para investigación, pero llegó la crisis y se cortó el grifo. Los políticos pensaron que podían dejar de poner dinero en la ciencia durante un tiempo. Pero se pierde todo, hasta lo más importante, el factor humano. Porque si te formas en España y quieres trabajar aquí pero no tienes oportunidades, te tienes que marchar. Las probabilidades de regresar son escasas. Me impresiona lo que consiguen los científicos españoles, que tienen menos medios que en Alemania o en EE UU. Se ve que lo hacen por vocación, que son creativos para hacer un trabajo muy bueno. Pero me da pena que no puedan llegar mucho más lejos.